El Anuari de l’Envelliment de Balears, dirigido por la UIB, ha aportado cifras que mueven a la preocupación y que reclaman una reacción de los poderes públicos. El hecho de que el 21% de los mayores de 65 años no llegue a fin de mes y el 13% esté en riesgo de exclusión social son cifras que ponen en evidencia las dificultades que atraviesan los segmentos sociales más débiles, comenzando por los mayores que tienen pensiones muy bajas, mínimas o incluso ninguna prestación.

La especificidad balear.
Es evidente que el problema de las bajas pensiones es común a todas las autonomías españolas. En todas partes hay dificultades. Pero con diferencias: la estructura económica balear provoca que la vida sea más cara. A ello hay que añadir los costes de la insularidad, que siempre acaban pesando en el bolsillo de los segmentos más débiles. Esta evidente disfunción social que supone que uno de cada cinco mayores no puedan llegar a fin de mes, tiene causas específicas en el Archipiélago. Es aquí donde las instituciones de Balears deberían aportar medidas imaginativas para al menos paliar el difícil trance que atraviesen unos 36.000 mayores.

Solidaridad.
Toda mala coyuntura que atraviese una parte significativa de los mayores de 65 años es en realidad una asignatura pendiente para el conjunto de la colectividad. Uno de los primeros distintivos y deberes de un pueblo desarrollado es la solidaridad con sus mayores. Es fundamental que los datos aportados por este Anuari de l’Envelliment de Balears se transformen en un acicate para las instituciones, para que empiecen a dar nuevos pasos en pro de la dignificación de la vida de las personas durante su tercera edad, comenzando por las pensiones o ayudas muy bajas. La comunidad balear, con mucha creación de empleo e importantes beneficios empresariales, bien se merece este esfuerzo solidario que aporta cohesión y dignidad para todos.