Según los datos del Consell d’Eivissa, los residuos generados en las Pitiusas que son depositados en el vertedero de Ca na Putxa sin otra función que su acumulación hasta el fin de los tiempos descendieron en 2018 con respecto al año anterior. Concretamente 1.400 toneladas menos, lo que significa una reducción del 1,15% porque el año pasado fueron 120.389 toneladas de basura las que acabaron en el vertedero. Se atribuye esta leve reducción a que mejoran las cifras de recogida de los residuos que sí se reciclan: envases, papel o cartón y cristal. El reciclaje de envases aumenta un 29,5%, un porcentaje significativo que no experimentan el papel y cartón, que crece un 7,48%; y el vidrio, sube un 7,37%.

Malos datos aunque mejores que en 2017.
Sin embargo, las cifras de reciclaje en Ibiza siguen muy alejadas de los parámetros que establece la Unión Europea. Un 15,7% frente al 50% establecido por la normativa comunitaria para el año 2020, dentro de 8 meses. La sociedad ibicenca, teóricamente comprometida y sensibilizada con el medioambiente, recicla poco y lo que recicla lo echa a un vertedero sin ninguna salida ni proceso de eliminación. Se trata de un fracaso colectivo que seguramente tendrá su coste más pronto que tarde en forma de sanciones de la Unión Europea. Porque si se establece un periodo de tiempo para cumplir los requerimientos y no se hace, inevitablemente habrá sanciones.

Hablar claro.
El vertedero de Ca na Putxa se encuentra al 70% de su capacidad máxima. Y al ritmo actual de generación de residuos, en siete años ya no cabrán más toneladas de desechos sin tratar. Convendría que las administraciones públicas hablasen claro y explicasen a la ciudadanía qué se puede hacer con este grave problema y también lo que costaría cada una de las opciones posibles. Seguir mirando a otro lado ya no sirve de nada.