A cuarenta días para la celebración de unas nuevas elecciones generales —la cuarta convocatoria en cuatro años— todo está muy abierto por la incertidumbre sobre el impacto que tendrá la abstención. No ha sido posible la investidura de Pedro Sánchez, no se han aprobado nuevos Presupuestos Generales del Estado, con una parálisis que invade y bloquea todos los ámbitos institucionales. Se ven afectados el Consejo General del Poder Judicial, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la cúpula de RTVE, entre otros organismos que no han podido ser renovados. El nombramiento del nuevo titular del ministerio de Asuntos Exteriores y la revalorización de las pensiones también padecen demoras. Balears no es ajena a esta situación cuando no se ha abordado la revisión de la financiación autonómica, que perjudica gravemente al archipiélago; y el desarrollo del nuevo Régimen Especial se encuentra totalmente paralizado en manos de un Gobierno en funciones que carece de atribuciones más que despachar el día a día.

Indignación y desafección.
El 64,34 por ciento de la población balear se muestra indignada por la convocatoria del 10-N y tener que volver a las urnas, según la encuesta realizada, entre los días 18 y 19 de septiembre, por el IBES. Su director, Gonzalo Adán, advierte que «la abstención es la aguja que puede pinchar el globo de Pedro Sánchez», al que un 51,3 % del electorado de estas Islas atribuye la culpa de la repetición electoral. En la indignación y desafección se halla la clave de estos comicios.

No era la solución.
La encuesta del IBES coincide básicamente con la que publicamos hoy del Instituto#IPSOS referida al conjunto del Estado, y en la que se apunta a Sánchez como responsable del regreso a las urnas. Por añadidura, las posiciones del electorado no difieren demasiado de los resultados de abril, por lo que el 10-N puede no ser la solución al problema político que tiene España.