Los nuevos aranceles aprobados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump a los países de la Unión Europea afectarán principalmente a España, Alemania, Francia y el Reino Unido, estados miembros de la UE integrantes del consorcio que concedió ayudas públicas al Airbús. La administración norteamericana ha entendido que constituyen una competencia desleal para su industria aeronáutica, concretamente la fabricación del Boeing, y ha respondido con la imposición de unos aranceles que, en conjunto, suman 7.500 millones de dólares. Los más perjudicados serán los productos agrícolas. Las organizaciones profesionales afectadas por esta medida -que implica un encarecimiento del 25 por ciento de las exportaciones- han efectuado una primera evaluación sobre su impacto y han afirmado que puede suponer la pérdida de 5.000 empleos en el sector primario.

La diplomacia no ha funcionado.
La Unión Europea no ha logrado que Estados Unidos anule o aplace la entrada en vigor de estos aranceles. La Administración Trump ha desoído las advertencias sobre las represalias que prepara Bruselas y la escalada de la imposición mutua de estas sanciones. La Comisión Europea ya ha comunicado que ha quedado «sin otra alternativa» que responder con nuevos impuestos a las importaciones estadounidenses. Los bienes objeto de gravamen por la UE incluyen productos agrícolas e industriales, vinos, juegos electrónicos y vehículos. Una guerra comercial en toda regla con altos costes y perjuicios.

El sector primario de Balears, perjudicado.
El conflicto tendrá repercusión sobre el campo de nuestras Islas, con un impacto económico aún difícil de precisar, que se producirá al gravar las exportaciones de los productos de Balears afectados por la medida con un 25 por ciento. Los fabricantes de queso ya han expresado su preocupación. Esta guerra perjudicial acentúa la debilidad y las dificultades del sector agrícola-ganadero balear, que hoy lucha por sobrevivir.