El asunto de la libre elección de la lengua en la educación ha originado la primera grieta significativa entre PP y Vox en el Govern. Los socios conservadores han protagonizado un desencuentro en toda regla que ha frenado la aprobación del techo de gasto, un paso indispensable para poder sacar adelante los presupuestos. El origen de la primera crisis, que coincide prácticamente con los cien primeros días de la presidencia de Marga Prohens, no es insustancial y estratégico para Vox.

El núcleo del desencuentro

En este escenario y tras la larga y tensa sesión parlamentaria de ayer, el PP se apresuró a pedir a su crispado compañero de viaje que reflexionara: «Esperamos que Vox recapacite y diga si quiere estar del lado del Govern del cambio o votando con la izquierda», aseguró Marga Durán, portavoz adjunta de los ‘populares’ en el Parlament. El núcleo del primer distanciamiento serio del curso político es sencillo. El Partido Popular decidió no apoyar una proposición no de ley para poder elegir la lengua en el primer ciclo escolar y extenderlo luego a todas las etapas educativas.

Exhibición de músculo

Vox no lo pensó dos veces a la hora de exhibir músculo y responder al posicionamiento del PP torpedeando el techo de gasto. Sin duda, fue un aviso a navegantes en toda regla, aunque sería llegar demasiado lejos especular en torno a un divorcio. Como ha quedado patente durante los últimos meses, la autonomía de Vox en Balears es relativa. Más bien escasa. El tema de la lengua es sensible para la formación de Abascal y será en Madrid donde se decida la dirección y resolución de este primer conflicto. En los próximos días, cuándo PP y Vox vuelvan a encontrarse y se apruebe la libre elección de lengua en el primer ciclo de la educación –el acuerdo parece inevitable–, la gran pregunta será cómo se producirá su aplicación en los colegios y también si habrá dinero e infraestructuras para poder hacerlo. Una cosa es la política y la otra la realidad.