Antoni Costa no debe pasar por un buen momento ante los ataques que está recibiendo en los últimos días tras el error que cometió al nombrar como alto cargo a una persona que será juzgada por agresión sexual. La izquierda se ha lanzado en tromba contra el vicepresident del Govern y reclama su dimisión. No le parece suficiente que haya pedido disculpas por su error y exigen que abandone su cargo en el Govern, pero la presidenta balear ha mostrado públicamente su apoyo al dirigente ibicenco.

El listón está muy alto

Desde hace unos años la clase política, y especialmente la izquierda, ha puesto un listón muy alto a la hora de asumir responsabilidades políticas. Ahí tenemos varios ejemplos. La prostitución de menores tuteladas no solo no provocó ninguna dimisión sino que los socialistas premiaron con un cargo de conseller en Mallorca a uno de los responsables de la tutela de las menores. Tampoco Armengol dimitió por el lamentable episodio del Hat Bar. No solo estuvo en un bar que debía haber cerrado por las restricciones impuestas por el Govern sino que mintió inicialmente y negó lo ocurrido. Días después no le quedó más remedio que pedir disculpas. Tampoco hubo ninguna dimisión por el fiasco de la ‘ley del sí es sí’, que ha beneficiado a más de 1.200 violadores y agresores sexuales. Hasta Armengol llegó a elogiar esta ley.

Casos más graves

Convendría relativizar un poco las cosas y comparar los hechos anteriormente descritos y el error cometido por Antoni Costa. No hay ni punto de comparación. ¿Cómo se atreve el mismo PSOE que ocultó los casos de prostitución de menores pedir ahora la cabeza del vicepresidente del Govern? ¿Cómo la izquierda que ha impulsado una ley que ha beneficiado a más de 1.200 violadores reclamar la dimisión por nombrar a un alto cargo que en el momento de ser elegido no estaba en situación de procesado? Hay que agradecer la valentía de Costa al pedir disculpas, pero su error no merece la dimisión.