De gira por España conmemorando el aniversario de la «revolución de los claveles», el ex presidente de Portugal, Mario Soares, ha tenido tiempo y arrestos para referirse a la crisis de los Balcanes desde esa perspectiva más audaz que proporciona el no formar ya en las pragmáticas filas de la política activa. Tal vez por ello mismo, sus juicios son particularmente dignos de ser tenidos en cuenta, independientemente de la comunión que se pueda tener con los presupuestos ideológicos del personaje. Para empezar, Soares ha querido dejar una cosa muy clara: que la Unión Europea tiene tanta fuerza o más que Estados Unidos, lo que debiera garantizarle una mayor independencia a la hora de tomar decisiones. Ocurre, simplemente, que a Europa le falta cohesión, estructura política interna. Algo que, por descontado, no constituye ninguna novedad para nosotros, «oyentes» europeos que llevamos ya tiempo quejándonos de lo mismo. En cualquier caso, nunca está de más que este tipo de juicios se pronuncien en voz alta y en foros suficientemente preparados como para digerir esta suerte de verdades. En Europa urge fijar unas nuevas reglas, perfilar una especie de pacto constitucional europeo que haga posible la superación de problemas internos, de esos problemas internos que ahora se están poniendo de relieve con motivo de la guerra en los Balcanes. Pensemos que, por ejemplo, el irresuelto problema de Kosovo - como antes el de Bosniacoleaba desde hacía tiempo, sin que nadie se hubiera preocupado de buscar una solución política digna de tal nombre: al no llegar ésta, se tuvo que recurrir a buscar soluciones militares. Obviamente no es el camino que la mayoría de europeos desearían con vistas al futuro. La OTAN -y Soares también lo ha recordado- debe perder protagonismo en estas situaciones de crisis, en beneficio de una ONU marginada. En suma, la sensatez contenida en las palabras de Soares es de las que merece comentario y reflexión. Y en eso deberían estar muchos de los actuales dirigentes europeos.