El temporal que está azotando a las Pitiüses es uno de los peores que se recuerdan en los últimos años. Capitanes marítimos comentan que no habían visto nada así en los últimos veinte años, con vientos y oleajes que han obligado a las embarcaciones a permanecer amarradas en los puertos ante la imposibilidad de navegar. Afortunadamente no se han producido desgracias personales, pero sí daños materiales muy cuantiosos que habrá que reponer. Una vez más los servicios de emergencia, escasos en las Pitiüses y más en este tipo de situaciones, han trabajado a destajo intentando recomponer lo que el viento y el agua han destrozado. En definitiva, las Pitiüses han vivido una situación extrema que ha provocado que durante dos días se quedaran aisladas por mar dejando el transporte aéreo como única vía de unión entre Eivissa y la península.

Una vez más sale a relucir el problema del transporte. Y es que, aunque desde Madrid no quieran entenderlo y parezca de perogrullo, la dependencia de nuestras islas con el transporte es total. Tanto es así, que los cientos de personas que debían haber transitado este fin de semana con la península se han quedado en tierra al no tener otra alternativa, ya que los aviones, ahora mismo, son un bien escaso.

Así pues, temporales como el que estamos sufriendo y las consecuencias que acarrean también deberían ser un argumento más que podrían utilizar nuestros políticos para presionar al Gobierno para que de una vez facilite el tráfico aéreo. Las Pitiüses no se pueden permitir esta situación de agravio, que como ha quedado comprobado este fin de semana se acentúa cuando fallan las conexiones marítimas. Eivissa y Formentera no pueden, por sí mismas, capear un temporal que nos deja aislados por aire y por mar.