Las cosas se complican. Si bien el conflicto bélico en Afganistán parece haber tomado un rumbo concreto "los guerrilleros de la Alianza del Norte avanzan apoyados por sus aliados occidentales, a pesar de las dudas que eso genera", la caída, al parecer accidental, de un avión en Nueva York ha provocado una nueva situación de pánico entre la población. El miedo a volar, desconocido para la mayoría hasta el 11 de septiembre, empieza a convertirse en una sombra demasiado pesada para los países que dependen del turismo.

Balears es un destino seguro, tranquilo, cercano y familiar para los europeos y ése es nuestro mayor «haber». Sin embargo, todo eso puede transformarse en aire si el pánico a un atentado se afianza.

Estamos en noviembre y para los ciudadanos de a pie resulta prematuro pensar en la temporada turística que se iniciará la próxima primavera, pero los profesionales del ramo negocian ahora las reservas y las perspectivas de negocio. La feria turística de Londres, la más importante del mundo junto con la de Berlín, está generando expectativas preocupantes.

A la recesión económica anunciada desde hace meses "especialmente en Alemania" se une ahora el terrible problema del terrorismo y ese cóctel podría resultar fatal para nuestra economía. Sin caer en el alarmismo, hay que esperar a ver cómo evolucionan los acontecimientos internacionales y, a partir de ahí, estudiar alternativas. Quizá una campaña para captar turismo nacional no estaría de más, aunque todavía es pronto para saber qué ocurrirá y cómo reaccionar. Autoridades y empresarios deben aunar esfuerzos y poner ideas en común "dejando de lado cualquier rencilla pasada" con tal de establecer los mecanismos oportunos para afrontar la posible crisis que se avecina.