El nivel es el que es y como dijo el maestro Guerra, Rafael, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Otro maestro, el gran Luis García Berlanga, sigue bien vigente y algunos pasajes de la sesión de investidura nos recuerdan su insuperable ‘La escopeta nacional’. El parlamentarismo va en caída libre y el nivel de unos y otros deja mucho que desear. A más de uno le entra la risa cuando se eleva a Aitor Esteban o Joan Baldoví a la altura de los Cánovas y Sagastas. Ver para creer.

En el país del ‘qué hay de lo mío’ ya no se molestan ni en disimularlo y se suman Compromis(os) y territorios como Teruel Existe. La bestia nacionalista alimentada durante años por gobiernos socialistas y populares ha desembocado en un mercadeo que se pregona desde la tribuna sin ningún rubor. Show must go on hasta verbalizar el chantaje puro: «si no hay mesa, no hay legislatura», espetó Rufián al presidente Sánchez. Esquerra Republicana a las bravas. Y ahí estaba Montse Bassa para dejarlo cristalino: «personalmente, me importa un comino la gobernabilidad de España», proclamó ante la sonrisa pétrea de un presidente que también debió escuchar el «ni nos vencieron ni nos domesticaron» lanzado a la bancada de la derecha por Oskar Matute, portavoz de Bildu. Uno tras otro reclamando su porción del pastel. El ‘Joan Canivell’ de Berlanga, el que pagará la fiesta, será el erario público. Ya lo dijo en su día la vicepresidenta Carmen Calvo: «estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie». Y aviso para navegantes: la retirada del apoyo por parte del partido del ínclito Revilla y de Ana Oramas puede tener consecuencias para sus respectivas autonomías. En el caso de la canaria, algunos podemos salir trasquilados vía recortes en el descuento de residentes. ¡Hagan juego, señores!