El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda al presidente estadounidense, Joe Biden, y al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en la cumbre de la OTAN. | Reuters

Nos mean y dicen que llueve. Y el último esperpento que nos han tratado de colar es una lluvia dorada solo apta para incondicionales del sanchismo más recalcitrante. Hace una semana Moncloa nos vendió la reunión Biden-Sánchez como la madre de todas las cumbres y la realidad la redujo a algo similar a un pasacalles de 30 de segundos. Eso sí, medio minuto de travelling que ha dado pie a centenares de memes. Uno de ellos comparaba la escena con el fugaz paso de la caravana diplomática yankee en la mítica ‘ Bienvenido, Mister Marshall’ de Luis García Berlanga.

Al igual que en la mayoría de sus películas, el maestro lo vio venir antes que nadie. La OCDE nos acaba de dar un tirón de orejas por ser uno de los países donde menos se desarrolla la comprensión lectora, pero no dice nada del ingenio, de la lucidez que demuestra el paisanaje para sacar punta a la actualidad. El recurso de acompañar los vídeos con la melodía de Benny Hill o una frase de Chiquito de la Calzada son un clásico. También hemos visto a Pedro pertrechado con un chaleco de voluntario de una ONG junto a un Biden con la mirada perdida. El fuego cruzado a diestra y siniestra (también los hay favorables al presidente) nos dejó delicatessens de gran calibre: «Pedro Sánchez y Biden han estado juntos 45 segundos. No sé de qué os reís porque muchos llamáis a eso follar»... O la piulada viral en la cuenta fake en Twitter de Joe Biden: «He pedido una orden de alejamiento contra Sánchez». No está a la altura de la ‘cumbre bilateral’, pero también ha sido muy comentada la campaña del Govern con la leyenda « 855 milions per ajudar a passar pàgina ». En palabras del gran Montoro, Miquel, « Hòstia, pilotes!».

Más lluvia dorada. Y todo coincide en el tiempo con la jornada en que pagamos el megavatio más caro de Europa. Lluvia dorada para las eléctricas. Lo dicho: nos mean y dicen que llueve.