Cuando el Portmany se fundó, mi padre tenía cinco años; él fue el primero que me insufló el sentimiento portmanyista. De pequeño, me contaba sus primeros pasos con el fútbol. No era muy buen jugador, pero sí que llegó a jugar algún que otro partido. Se rodeó de buenos amigos que conservó hasta su fallecimiento: Pep Massiana, Juanito Frit, Pep Pera, Musson… Con ellos compartió buenos momentos, y alguna que otra dificultad, hasta que llegó el momento que le llamaron para incorporarse a filas para participar en la inaceptable Guerra Civil, concretamente en la Batalla del Ebro.

Una vez finalizada la guerra, fue destinado siete años más de servicio a Santanyí, donde conoció a mi madre y ya se quedó definitivamente a vivir en Mallorca.

El primer partido del Portmany al que me llevó mi padre fue el año 1966 ó 1967, yo tenía 5 ó 6 años, no recuerdo exactamente, era el Campeonato de Baleares de Juveniles, y jugábamos con el Soledad en el campo de Son Malferit. Era un domingo por la mañana. Llegamos pronto al campo para poder hablar con algún conocido de la expedición portmanyista. Llegó el equipo, todos con una cara más blanca que la leche, porque se habían desplazado en barco y se habían encontrado con un temporal de padre y muy señor mío. El resultado, que siempre lo he querido olvidar por ser la primera experiencia con el Portmany, fue de 11 a 1. Ello sirvió, a pesar de todo, para reforzar este sentimiento, aunque la primera experiencia fuera muy dura.

Los años setenta fueron un poco complicados para los que vivíamos fuera de Sant Antoni; entre los años de Regional y la participación en la Tercera valenciana, teníamos pocas ocasiones de ver al Portmany. Me las tenía que ingeniar de alguna manera para seguir la trayectoria del equipo, ya que el aquel tiempo no existían todos los adelantos informáticos, ni redes sociales que existen ahora y la única manera de comunicarse, aparte del teléfono era el correo postal. Convencí a María Mussenya, que me enviara cada lunes el recorte de la crónica del Portmany que aparecía en el Diario de Ibiza. Y así lo hizo durante muchos años. Un favor impagable que siempre le he agradecido en privado y que ahora también lo quiero hacer en público. Toda una colección que tenía guardada como un tesoro y que en un traslado perdí, teniendo la sensación de haber perdido diez años de la historia portmanyista.

Y llegaron los ochenta, creo que la década más gloriosa, sobre todo el primer lustro, con nombres que han marcado, para mí, la historia deportiva del club, el primero Javier Tristán, la segunda de las tres personas, después de mi padre, que más han influido en crear en mí el sentimiento hacia la SD Portmany. Con Javier nos unía una gran amistad, no sólo a nivel deportivo, sino que iba más allá. Por temas laborales, se desplazaba a Palma y siempre solíamos quedar, por supuesto para hablar de un solo tema: el fútbol. Si alguien ha querido y ha sentido al Portmany, este ha sido Javier. En su día tuvo ofertas, y muy buenas ofertas, de equipos de categorías superiores para marchar de Sant Antoni, pero prefirió quedarse y acabar su carrera en su equipo. Como siempre me comenta: –«Yo he nacido a cincuenta metros del campo, está muy cerca para alejarme.»

Junto con Javier, Carri, Parra, Salvador, Miguelín, Miguelito, José… nos hicieron pasar muy buenas tardes de fútbol. Los partidos de Copa contra el Rayo Vallecano, que a pesar de lo abultado del resultado siempre dimos la cara. Saliendo del fútbol, el día que me desplacé a Sant Antoni para este partido de Copa, me alojé en el Hostal Norte propiedad de mi primo Pepe Tanca, y la noche antes del partido después de cenar, estuvimos tomando unas copas, me comentó, sabedor de mi afición por la música, que tenía una sorpresa para mí. Preparó un radiocasete y puso una cinta, —«me la han traído esta mañana de Londres», comentó. La música empezó a sonar, era inconfundiblemente Pink Floyd. Y él me lo confirmó: —«Es The Wall. Todavía no se ha publicado en España». Menuda sorpresa.

Eran míticos también, como Pink Floyd. los enfrentamientos que tenía Carri con todos los delanteros centros, que a veces continuaba en los vestuarios. Pero, ¡que pundonor tenía Carri! Bueno, Salvador tampoco quedaba atrás y Parra y José también ponían su granito de arena. Era futbol en toda su dimensión, campos de tierra, embarrados los días de lluvia, ambientes caldeados con muchas provocaciones.

A veces, en los partidos en Mallorca nos encontramos algún portmanyista que se había desplazado con el equipo, causa de alegría de mi padre que aprovechaba para repasar las novedades ocurridas en Sant Antoni. Aunque, a veces, unos días antes, venía alguno de sus amigos, sobre todo Pep Massiana, que, aprovechando sus rutinarias visitas al oculista, se quedaba unos días más, para hacer un repaso general, y cuando digo general es general, empezaban a recordar cuando eran niños y acaban el día que estaban y, por supuesto, el domingo, a ver al Portmany.

Y llegó el día más importante en los cien años de la historia del Portmany 2 DE NOVIEMBRE DE 1983, tercera ronda de la Copa del Rey, partido de ida, Portmany – At. Madrid. Llegaba a Sant Antoni, uno de los mejores equipos del futbol español, entrenado por uno de los mejores, Luis Aragonés. Qué recuerdos, ver aquel campo como estaba, como se suele decir, que no cabía un alfiler, y creo que no puede ser más literal. El ambiente, la gente, el sentimiento, algo inenarrable. Pueblo y equipo era la misma piña. Se notaba que algo tenía que pasar, a pesar que el 0-2 parecía que ponía las cosas en su sitio. Nos despertaba del sueño, nos devolvía a la realidad, era un Primera, hay mucha diferencia. Pero……. Qué bonito es el fútbol, ¿Quién cambia lo vivido aquellos últimos cinco minutos? Primero Emilio, ya casi nos conformábamos, pero el de siempre no nos podía fallar, tenía que estar, tenía que dejar otro recuerdo más en su carrera. Tristán, consiguió lo imposible, empatar frente a un todopoderoso Atlético de Madrid.

La fiesta en Sant Antoni fue grande. Para los del Atlético, y, sobre todo, para Luis Aragonés, fue un día complicado, canceló la asistencia de la plantilla y el cuerpo técnico a la que había invitada por parte de la SD Portmany. Y para conseguir entrevistarle una vez terminado el partido fue muy complicado; una de las entrevistas mas cortas que he realizado. Así era el Sabio de Hortaleza.

Faltaba el partido de vuelta, por motivos laborales no pude asistir, pero los compañeros de Radio Nacional, desde la cabina del Manzanares me tuvieron al corriente de lo que estaba pasando. A los cinco minutos de empezar el partido ya suena el teléfono, lo primero que me viene a la cabeza, «ya ha marcado el Atlético», me comenta el compañero: —«se ha lesionado Parra», —«bueno, no pasa nada», le dije, pero pensé «vaya regalo nos ha tocado, pero seguro que Bartolo hoy cumple». Al poco de colgar, vuelve a sonar el teléfono, mi padre y yo nos miramos y pensamos que ya había llegado el primero, y efectivamente había llegado el primero, pero del Portmany, un golazo de Miguelín, eso ya era tocar el cielo, a los 8 minutos y ganando 0-1. faltaba mucho partido. El tiempo pasaba y el teléfono no sonaba. Me llamó al descanso, están haciendo un buen partido, buena contención y algún que otro contraataque. Volvió a sonar el teléfono, esa vez ya llegaron malas noticias, el empate atlético, y dos llamadas más pusieron el 3-1 definitivo. Pero habíamos estado allí dando la cara, aguantando el marcador hasta el minuto 57. Todo un mérito.

Uno de los últimos trabajos que hice antes que me dieran la incapacidad laboral fue un reportaje tanto para el Radiodiari de Radio Nacional de España en Baleares como para el Informatiu Balear de La 1 de RTVE cuando se cumplían 25 años de esta eliminatoria entre el Portmany y el Atlético de Madrid, en ella participaron, Pepe Sala, como presidente, Tolo Darder, entrenador, Miguelito, como capitán de aquel equipo y, Miguelín, como autor del gol en el Vicente Calderón.

El hecho de estar en la mayoría de los partidos del Portmany fuera de casa siempre tiene sus anécdotas, sobre todo, cuando eres el único aficionado seguidor del Club. Una de ellas, fue en un partido de juveniles en Magaluf frente al Platges de Calviá. En un momento del partido se lesiona Puet, hijo de Miguelito, no puede seguir, y hay que trasladarlo a un centro sanitario. Estaba Miguel Angel de delegado, y aunque no nos conocíamos, cuando vi que no encontraban una rápida solución, me acerqué a ellos, me presenté, y les dije que yo le acompañaría a la Policlínica y que ya les iría informando de las novedades que dijera el médico. Al final con una placa se comprobó que no había nada de rotura y con un vendaje pudimos volver al campo, donde el partido ya había terminado y se disponían a comer. Me invitaron y acepté muy contento para compartir con el equipo un rato muy agradable.

En otra ocasión, ningún directivo pudo desplazarse a Mallorca para asistir al sorteo de la Fase de ascenso a Tercera División de la temporada 2013-2014, el presidente en aquellos días era Juanjo Forneri, me llamó si podía asistir en representación del club y para mí fue un orgullo, lástima que al final no se pudiera conseguir el ansiado ascenso.

Siempre ha sido mi santo y seña el ponerme a disposición de presidentes y entrenadores, para cualquier cosa que estuviera en mi mano.

Y si antes hablaba de dos de las personas que más han influido en mi sentimiento portmanyista, como fueron mi padre Vicenç Tanca y Javier Tristán, hace unos años apareció la tercera.

Una noche del mes de julio, estaba en casa y sonó el teléfono, no conocí el número que aparecía, descolgué: —«Pep Tanca?». —«Si, som jo». —«Som En Joan Guillamó, l’entrenador del Juvenil del Portmany».

Empezamos a hablar sobre el proyecto que tenía de cara a la temporada 2011-12, y que, si podía contar conmigo para temas deportivos y de logística para cuando el equipo se desplazara a Mallorca, por supuesto, que no me lo pensé ni un segundo, y le comenté que podía contar conmigo.

El primer partido que disputamos fue contra el Poblense, y ya tuvimos el primer contratiempo, la compañía aérea nos había perdido las maletas con todo el material, es decir que llegamos a Sa Pobla con lo puesto. La directiva del Poblense, enseguida solucionó el problema y nos prestó su segundo equipaje.

Joan Guillamó me hizo vivir la mejor experiencia con el Portmany. Un día me propuso la posibilidad de ser delegado. Acepté y debuté el día 1 de octubre de 2011 en el campo del San Francisco y, además con un buen resultado, ganamos 2-3. Un hecho que nunca podré agradecer lo suficiente al estimado Joan.

Gracies Joan, per tot. I per tot el que seguirem fent plegats

Y, como he titulado este escrito COMO SER DEL PORTMANY EN LA DISTANCIA, actualmente con todos los medios que hay es fácil, sabes al instante si hemos marcado, si nos han marcado, si jugamos bien, mal o regular, o han expulsado a tal o cual jugador. En los años sesenta, setenta, ochenta y principios de los noventa, aquello sí que era complicado, llamadas, cuando calculabas que había terminado el partido, al Bar Rumbo; esperando la carta que, llegaba los jueves, de María Mussenya para leer la crónica. Y, sobre todo, esperando cada quince días que el equipo viniera a jugar a Mallorca.

Vaya este escrito en memoria de Vicenç Tanca, mi padre, y de Javier Tristán, mi amigo. Va per voltros. Visca el Portmany!