Monseñor Vicent Ribas, en la TEF.

Viendo la interesante entrevista que Toni Ruiz le hizo a monseñor Vicent Ribas, en el BNP Entrevistes de la TEF del pasado domingo, uno acaba convencido de que otra Iglesia es posible. Se dirá que la Iglesia somos todos los creyentes, y quizás sea cierto, pero es innegable que desde hace siglos el clericalismo se apoderó de ella. A menudo, la jerarquía se ha mostrado distante, tanto del pueblo de Dios como de sus preocupaciones; y encontrar a un jerarca que huye de las distinciones y de la pompa, y que prefiere seguir siendo Vicent, porque, además, le resulta más fácil, eso dice mucho de él.

Consciente de la necesidad de cambiar, de que la Iglesia de Jesucristo ha de adaptarse a los nuevos tiempos para seguir realizando su misión con eficacia, el obispo de Ibiza y Formentera reconoce que «hemos estado 20 siglos casi sin cambios». Sin embargo y pese a reconocer que las mujeres en la Iglesia «han quedado relegadas porque la figura del papa y de los obispos son varones», nos decepciona profundamente cuando defiende el «papel fundamental» de las mujeres, aunque no pueden presidir una celebración y que «ya Juan Pablo II lo dejó muy claro, que es una cosa que nosotros no podemos cambiar». Cuando estos días se están celebrando las primeras sesiones del Sínodo de los Obispos en el Vaticano, donde por primera vez en la historia participan mujeres y también laicos, los prelados debieran tener la mente más abierta a los cambios que demandan los fieles. El dominico padre Timothy Radcliffe, ha reflexionado: «Muchas personas se sienten excluidas o marginadas en nuestra Iglesia porque les hemos aplicado etiquetas fáciles: ¡divorciados vueltos a casar, homosexuales, polígamos, refugiados, africanos, jesuitas!». Ha llegado la hora de que la Iglesia abrace a aquellos a quienes ella misma ha marginado y ha excluido durante siglos.