Pronto se cumplirán dos meses de la crisis abierta en el gobierno del Consell de Formentera, sin que se perciba ninguna mejora en la situación de desgobierno y desconfianza generada por la irresponsabilidad del presidente Llorenç Córdoba. Y por su comportamiento indigno.

Hagamos memoria del culebrón protagonizado por este mártir de la democracia, que en Onda Cero se confiesa «frustrado», «decepcionado», «desanimado» y «traicionado», pese a todo lo cual –y a que es presidente sin nadie que le apoye–, no piensa irse a su casa.

El 29 de noviembre, día en que detonó la crisis, anunció que se estaba planteando dejar de dar apoyo incondicional al Govern de Marga Prohens. No dijo por qué, ya que «sería irracional comunicar a los socios de los partidos que conforman la coalición de Sa Unió de Formentera cualquier decisión que implique al actual Govern». Así pues, fue él quien, yendo por libre, decidió no informar a sus socios de Compromís y del PP.

Luego dijo que «igual no se está dando a Formentera la importancia que nos merecemos» y lamentó que «se están asumiendo demasiados postulados de Vox por parte del PP». Pero se negó a aclarar sus razones, matizando que «no es un tema concreto».

Córdoba dio a entender que la discrepancia estaría en el proyecto de presupuestos para 2024, algo que más tarde desmintió el conseller de Hacienda, Antoni Costa. Y más adelante argumentó que Prohens había mentido cuando anunció en campaña electoral que resolvería el conflicto de los deslindes de costas con una ley autonómica.

El día 1 de diciembre, tras una reunión maratoniana del equipo de gobierno, le plantearon a Córdoba que habían perdido la confianza en él, pues no entendían el órdago que había lanzado al Govern. Por ello, le reclamaron su dimisión del cargo de presidente, manteniendo su escaño en el Parlament. Él se negó en rotundo.

El día 4 de diciembre, en una entrevista en Ràdio Illa, confirmó su intención de no dimitir y admitió que había reclamado a Marga Prohens más sueldo para compensar sus gastos. «Si me llaman a un acto del Govern para ir de portavoz, me lo tengo que pagar con mi dinero. La gente que está en un partido se lo paga el partido, pero yo no estoy en ninguno. Hace seis meses que hablamos de esto».

El 6 de diciembre, Día de la Constitución, dijo: «el pueblo de Formentera me eligió con mayoría absoluta para ser su presidente». Como si el resto de integrantes de la candidatura e incluso las siglas de la coalición, no tuvieran la menor importancia.

Días más tarde, dijo: «No voy a dimitir. Todo ha sido una estafa orquestada por el PP de Palma, apoyado por la coalición de Sa Unió, para echarme». Dijo ser víctima de un «ataque personal» y explicó que «me he negado a dimitir porque no hay una razón justificada. No sabía que la dificultad económica para llegar a final de mes fuera un delito o una razón de dimisión».

En Ràdio Illa repitió el argumento de su elección: «Me eligieron por mayoría absoluta y los vecinos de Formentera me piden que no renuncie. Igual sería muy buena opción la convocatoria de unas elecciones adelantadas para desbloquear la situación», explicó Córdoba. Delirando, supongo, porque no puede haber elecciones anticipadas en un ente local como el Consell de Formentera.

Días más tarde, Córdoba amenazó con destituir a José Manuel Alcaraz y Verónica Castelló, aunque les exigió que fuesen ellos quienes presentasen su dimisión. Les acusó de «asalto al poder». «Alcaraz quiere conseguir en dos meses lo que no ha logrado en unas elecciones». Y añadió: «El pueblo ha elegido a Sa Unió y a mí como candidato. Pero lo de trabajar en equipo nos está costando mucho». Insistió en que la solución pasaba por la dimisión de José Alcaraz y Verónica Castelló.

El día 18 de enero, Córdoba intentó rebajar la tensión con el Govern y manifestó su intención «de dar apoyo al Govern de Marga Prohens para aprobar los Presupuestos de la Comunidad Autónoma». Además, reculó en su intención de echar a Alcaraz y Castelló, con la pretensión de que todo se olvidara y seguir adelante como si nada. Pero no lo logró y Sa Unió le ha expulsado de la coalición. Ahora ya sí que es independiente. Tanto, como que no ha tenido ni la menor posibilidad de aprovechar la reforma de la Constitución para colar ahí la creación del senador por Formentera.

Tras su expulsión de Sa Unió, Córdoba acusó a José Manuel Alcaraz de «tratar de hacerse con el poder en la isla con fines que nada tienen que ver con el interés general». Sin embargo, no fue Alcaraz quien, en noviembre, pronto hará dos meses, amenazó con dejar de apoyar al Govern, sin explicar por qué. Ahora sabemos que no podía explicarlo y si lo sabemos, es porque este periódico lo ha publicado.