Si pudiera olvidar todo aquello que fui. Si pudiera borrar todo aquello que yo vi. No dudaría en volver a reír." A estas alturas ustedes ya habrán reconocido la letra de esta canción así como el nombre de su malogrado autor, Antonio Flores. Y así es la vida. A veces quisiéramos olvidar y borrar así como dejar de escuchar cosas que no nos gusta oír. Porque ya saben ustedes que no hay peor sordo que el que no quiere ni está dispuesto a escuchar.- Escuchar que no oír-. Que oír oímos todos los que carecemos de sordera.¡ Ahora! Escuchar es otra cosa.

Y Sí! sí! Como lo oyen ustedes. O mejor aún como lo están escuchando o aún más afinando la sintaxis; están leyendo: En este país de ciegos – que no solo de sordos - el tuerto es el rey. Pues ahora resultará que la paz social consiste en llegar a acuerdos a medias con todos y con nadie. Acuerdos a medias en la hostelería en donde ni el sector de las discotecas ni el sector de la restauración están de acuerdo olvidando que la paz social y el bienestar de muchas personas depende precisamente de lo que se acuerde.

Acuerdos a medias con los Servicios Sociales de muchas instituciones públicas en donde por una parte se reclaman como un deber de asistencia pero por otra no se dotan presupuestariamente por falta de fondos. Acuerdos a medias en infraestructuras en donde se construyen macro edificios para luego no dotarlos con los mismos servicios que tiene cualquier otro ciudadano de las Islas Baleares pagando los mismos impuestos o simple y llanamente que se dejan a medias.

Acuerdos a medias y aberrantes como las prospecciones petrolíferas en donde aquellos de un mismo partido no son capaces de llegar a un acuerdo común de un sinsentido que nos puede llevar a la miseria económica de nuestras islas.

Acuerdos a medias con la oposición en cuestiones tan fundamentales como el derecho a una vivienda digna y una educación sin modificaciones constantes y sometidas a los vaivenes e intereses del partidismo en detrimento de nuestros jóvenes y de aquellos sin techo.

Acuerdos a medias con el sector del transporte donde se habla mucho mientras los indeseables ilegales campan a sus anchas arruinando las economías familiares que viven del sector. Acuerdos y desacuerdos. Una y otra vez. Siempre desacuerdos; y es que de vez en cuando se nos olvida que en estas islas vivimos del momento ("…et nous vivions de l’air du temps") – Algún día escucharemos la canción de Aznavour y su bohème y de las formas de las que algunos viven del aire no comportándose precisamente como bohemios.

Hemos llegado a un punto en nuestra existencia en el que si se me permite la expresión: - "Esto es como jugar a la ruleta de la fortuna"-. Aquí parece que lo importante es moverla. Moverla de un lado para otro. Hacerla girar sin ton ni son.

Poco importa el premio porque en ninguna casilla donde la bola pueda caer lo tiene. Eso sí! Manos para mover la bola sobran pero para repartir el premio que no existe como siempre faltan. Ya sabemos que en tiempos de escasez son también escasas las manos que ayudan y son más las que hacen leña del árbol caído.

En fin! Que qué sabio era Antonio cuando prometía ver la alegría con el escarmentar de la experiencia pero nunca, nunca usar la violencia. En eso los dos estamos de acuerdo.

Y sin embargo por muy buena que es la letra y por muy buenas que son sus intenciones me voy de camino a casa mientras pienso en las cosas a medias que quedan sin solucionar al son del movimiento de la ruleta que siempre gira y a sabiendas que no me va a tocar ningún premio, mientras me viene al oído lo esencial del estribillo que todo el mundo oye pero que nadie escucha (ni tan siquiera yo)… "parachururuchuru" parachururuchururuchu" y en donde me digo para mis adentros que en este código sin duda alguna radica la solución a nuestros problemas.