Ser agente de policía en Ibiza y en verano, debe ser un sinvivir. A los continuos altercados en zonas y locales de ocio, se suman los accidentes de tráfico y también el control de fiestas y actividades ilegales, sean de tipo privado o semi-público.

No hace muchos días, un amigo agente de la policía local me comentaba que habían tenido que precintar el equipo de sonido de un conocido local de ocio; aunque cumplía con su horario y aforo y disponía de los permisos pertinentes, parece que los niveles de ruido en el exterior de la sala eran excesivos, por encima del límite permitido.

También los vecinos del Cova Santa están en pie de guerra contra la sala, supuestamente cerrada y sin actividad, pero puntualmente erogando ruido y caos. Igualmente, hay ya actas notariales y mediciones sonométricas.
O la de Es Polvorí, que levantó tanto revuelo e incluso provocó declaraciones y comunicados de disculpa para apaciguar los ánimos… Se movilizaron hasta las Fuerzas Especiales.

Por supuesto, estos ejemplos son algunos de los más conocidos; pero hay muchos, muchísimos más casos de fiestas privadas a lo largo y ancho de las islas. E incluso –party boats, Tagomago o Espalmador– fuera de ellas.
Parece que se va a regular la actividad de los party boats, síntoma de que avanzamos en su descontrol; se hará equiparándolos a salas de fiesta y bares musicales de tierra firme, o esa es la intención. Espero que Capitanía, Comandancia o APB estén de acuerdo, y que hayan tenido tiempo y forma de inyectar en la mezcla ése ápice de cordura que es la Ley del Mar.

De otro modo, el Salvamar pasará a ser un catamarán de tres pisos con zona vip, UCI, bar y helipuerto, todo para perpetuar la fiesta de los náufragos y sus colocones.
En cuanto a la sonometría de bares musicales, beach clubs y salas de fiestas, ha sido, es y seguirá siendo el caballo de batalla de amigos y enemigos de la fiesta. El tema da para hablar largo y tendido, quizás en otra ocasión…

Luego están las celebraciones –o fiestas, de acuerdo– que muchos particulares hacen en sus casas. Pero claro: no se puede comparar una pequeña fiesta de cumpleaños familiar (con niños, sobrasada y espirituosas) a una ‘megabirthdayparty’ con 250 invitados en una villa alquilada por dos semanas.
O incluso peor: que dicha fiesta sea de pago, es decir con alguien detrás que se llena los bolsillos.
El problema es que muchas veces se mete a todos en el mismo saco. Es posible que las ordenanzas reguladoras se hayan quedado cortas, o den lugar a interpretación. O directamente que sean inaplicables.
¿Cuándo deja de ser una celebración privada, y pasa a ser una fiesta ilegal? ¿Cómo y quién determina si la fiesta es de pago o gratis? ¿Cómo se podría evitar o cancelar el evento, antes de tener que evacuar cuando ya el gallinero está desmadrado? ¿Y si se interrumpe una celebración privada, pensando que acabará siendo una macrofiesta?

Un ejemplo. Llegamos al verano, y casualmente un veintitantos de julio de hace cincuenta años el Sr.’x’, visitante ilustre y asiduo de la isla, nació. Es preciso celebrarlo.
Para ello, y movidos por la evidente expectación que el evento levanta, en la ladera ajardinada de su flamante casa se programan eventos y espectáculos de primer nivel, como complemento al pantagruélico muestrario de viandas y manjares del mejor Catering Service de la isla, y a la oferta de caldos de los bouquets más finos…
…Jardines decorados como fondo escenográfico de luces y proyecciones, sonido de primer nivel y con DJs dedicados en cuerpo y alma. Varias barras desperdigadas por la finca, sirviendo de todo y a voluntad. En fin, una explosión para los sentidos.

¿Quién proporciona todo esto? ¿Quién lo instala y luego lo desmonta? ¿Quién y cómo garantiza que la fiesta no adolecerá de nada mientras dure? ¿Cómo se evitarán molestias y ruidos? ¿Se podrá aparcar? Y ya mirando al detalle, ¿habrá potencia eléctrica suficiente, o precisará alquilar un grupo?
Bebidas, carbónicas, altavoces y etapas, mesas DJ, hielo, cocktail service, mobiliario y toldos/carpas, personal… Incluso shuttle service (minibús), watertaxi o valet parking (aparcacoches), la verdad es que es un montaje digno de profesionales. Menuda organización, y menuda inversión.
Por fin, ya está todo preparado. Va a ser la fiesta del año…

Quizás respondiendo a un par de llamadas de vecinos, imaginemos que la policía actúa con diligencia y clausura la celebración, antes incluso de que haya comenzado; el anfitrión recibe un buen regalito de cumpleaños y es denunciado por delitos de cierto peso, amén de la multa económica. Sus invitados, contentos.
A lo mejor él había previsto y pagado por una cena privada para una cincuentena de amigos; quizás llegaran a ser algunos más... Y de primer plato se encuentra con una demanda en fiscalía, el escarnio público y pagar los gastos de todo ello. A éste no le vemos el pelo en mucho tiempo.
Pues hay muchos Sres. ‘x’ que lo hacen cada verano; y no olvidemos que hay otras tantas empresas y personas, ibicencos, detrás; empresas que ofrecen éste tipo de servicios de alto nivel, son profesionales que al fin y al cabo compran y consumen en Ibiza; utilizan el mercado local de suministros, contratan a camareros y alquilan equipos… Forman parte de nosotros.

Ibiza –isla-– no puede tolerar que los excesos vulneren su equilibrio; como en todo sistema de variables, el equilibrio acaba siendo cuestión de proporciones.
60 personas, invitadas a cenar en una casa rústica con infraestructuras preparadas, no es un problema real para nadie.

En cambio otras 60 montan un after en el apartamento alquilado, y la lían parda.
Es difícil ser agente de la ley; son los que se enfrentan a la realidad, y deben decidir cómo actuar con rapidez; y las situaciones llegan a ser así de dispares.
Las Ordenanzas cumplen su cometido, que es definir y dimensionar los límites legales. Para que éstas tengan sentido y aplicación, las denuncias pasan a ser necesarias, amén de un derecho fundamental de todos. De hecho gracias a las redes sociales se han cancelado ya varias macrofiestas ilegales.
Pero no puede ser que al Sr. ‘x’ cincuentón le amarguen su fiesta de cumpleaños en Ibiza, y le traten casi de delincuente… por querer agasajar a sus invitados.
Se trata de decidir en base a conceptos como ‘equilibrio’ y ‘proporción’, saber interpretar la ley que, de nuevo, se me antoja imprecisa.

Y hacerlo rápido, sin tiempo ni posibilidad de enmienda. Hay mucho en juego.