Los cambios radicales del paisaje solo se conciben tras un fenómeno traumático, un accidente generalizado o una desgracia natural. En principio no tiene porque ser malo, ya que el paisaje está en eterna transición y recambio. Y de hecho, Ibiza y Formentera han sufrido uno a la vista de todos, aunque pocos lo han detectado: la infestación de pinares.

Esta anomalía puede observarse con claridad cuando recuperamos estas fotos de las antiguas Pitiusas y las comparamos con las actuales: las lomas naturales aparecen casi rasuradas, peladas, sin apenas árboles (sabinas o pinos). El contraste con la situación actual es abrumador, excepto en aquellas zonas que ya han sido calcinadas por los incendios de los últimos años.

Ahora estamos ante un nuevo desafío que vamos a perder: la xylella fastidiosa. Y tan fastidiosa, como que puede obligarnos a talar los pocos árboles frutales leñosos que queden en pie, sobre todo los almendros, pero especialmente los olivos. De hecho, los agricultores ya han asumido que en cualquier momento tendrán que empezar una operación de tala de gran envergadura, si se quiere cumplir con los protocolos fitosanitarios de la Unión Europea. No queda otro remedio. No podemos elegir ni somos los únicos. Desde que se detectó en Alcanar (Tarragona) ya se tienen identificados unos 40 focos, desde Alicante en adelante. La bacteria es asintomática, lo cual significa que ya puede haber más porque se propaga de forma imparable. Tiemblan en Andalucía, con un 60% de los olivares de toda España. Y tiemblan en Mallorca, que goza de enormes plantaciones de olivos.

Nadie se atreve a empezar, pero todos saben lo que va a ocurrir. Baleares ya está perdida, hay que arrasarla. Un mundo nuevo.

@MarianoPlanells