Del impuesto turístico denominado ecotasa sabemos que a nuestra isla de Eivissa y para el año 2018 llegarán 7.6 millones de euros de los 37 que se pidieron, un reparto que, para no variar, se hace en Mallorca. Así que solamente se llevarán a cabo cuatro de los 14 proyectos presentados y lo justo sería que la recaudación de la ecotasa quedara en cada municipio (como su hace en Europa) puesto que las autoridades municipales son las que saben mejor que nadie los problemas que tienen y que deben solucionar. Y ahora resulta que ‘Més per Menorca’ ha conseguido una rebaja del 20% en la cuota para los hoteles menorquines que tengan sus puertas abiertas durante más de cinco meses, una enmienda que se ha incorporado a los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma.

Así que la Federación Hotelera de Eivissa señala que la decisión es una tomadura de pelo, argumenta que los menorquines tienen mucha influencia en el Govern balear y, además, consideran que la rebaja citada es injusta y arbitraria. En fin, se trata de que el "diktat" a que estamos sometidos desde Mallorca y desde hace cientos de años no tiene fácil solución, a no ser que algún día impere la cordura, el pragmatismo y la Comunidad autónoma de las Baleares se divida en dos: una para Mallorca y Menorca y otra para las Pitiusas. A ver si alguien se lo hace entender a los gobiernos de Madrid y podemos liberarnos.

Mudarse por mejorarse

A veces, sin duda, hay que cambiar cosas para mejorar. Así que entrando ahora en el día a día de la capital insular hemos notado que la gran mayoría de las calles están casi a oscuras y sin las luces navideñas a que estamos acostumbrados, que así lo dicen los vecinos, que son muchísimos, y los comerciantes que necesitan vender sus artículos para hacer rentables sus negocios y poder pagar sustanciosos impuestos al Ayuntamiento de turno.

Otra cosa que he notado en mi alegre caminar es que alguien del Ayuntamiento ha eliminado un pequeño aparcamiento ubicado en la fachada norte de la iglesia de Santa Cruz, mi parroquia, en el que estacionaban los sacerdotes su coche para tenerlo muy cerquita de la Casa parroquial, que es un centro de servicios religiosos para buena parte la población. Y lo han hecho a conciencia colocando dos buenos pilotes disuasorios de hierro. A ver, me pregunto, si algún político enmendará el error.