En México DF, en el palacio presidencial, hay un mural del pintor Rivera en el que se lee que Méjico ha dado a la Humanidad, entre otras cosas, los tomates, gracias a eso en Ibiza podemos tomar pa amb oli; pero hete aquí que el otro día en acto solemne, el presidente del Consell, Ensenyat —teniendo reciente su saludo a la procesada Forcadell— se arrancó y dijo que la mayor aportación de Baleares a la Humanidad es el catalán. Y la de México será el español; y la de España, el mexicano. La lengua catalana con sus variantes ibicencas y con todo lo que significa la cultura popular y etnología de Baleares, qué duda cabe es una gran aportación, pero pienso que Ensenyat no iba por ahí, iba a dorarles la píldora a sus hooligans y a los tractoristas de Lleida. El catalán en la pluma de Pla, de Llull o de Villangómez es una creación humana verdaderamente excelsa, pero reducir todo un territorio a una cuestión de política lingüística, eso es una aberración. En Baleares hay un mosaico cultural riquísimo y una lengua propia protegida y muchísimas cosas, por ejemplo en el caso ibicenco la irradiación que desde nuestra Isla supuso el mundo fenicio. Lo que tienen que hacer los políticos es hablar menos y poner las herramientas para dejar a la gente en paz y que los investigadores puedan estudiar nuestro patrimonio mueble e inmueble. En cuanto a las lenguas, todas son importantes, incluso la de los hopi, y todas tienen parecida estructura básica como casi demostró Chomsky con su gramática generativa. La lengua, como dijo Joan Alcover, es flor i sement, motllo i substancia, pero no nos podemos quedar solo en la argamasa y en eso se queda Ensenyat, en la argamasa.