Ande yo caliente y ríase la gente». Muchas veces la gente traga y traga hasta que no aguanta más y entonces salta esa chispa de ingenio del pueblo español que es un pueblo que ciertamente, aunque hay excepciones, tiende a la picaresca, que no vale para lo colectivo, pero sí vale y mucho en lo individual y que tiene una virtud inmensa: la “grasia”, la guasa, “er cachondeíto” que en eso los españoles son mucho más diestros que los independentistas que andan, salvo excepciones, comprimidos y hueros de verdadero humor, porque no hay nada más saludable que la risa y reírse de uno mismo, a partir de ahí sí se puede construir algo, incluso te puedes hasta independizar. En España tenemos territorios enteros que viven y comen de la “grasia”, eso no pasa en ningún país del mundo y, pienso yo, que conseguir eso tiene mucho mérito, debería estudiarse en Harvard. Digo todo esto, estimados lectores, porque el Vives ese de Barna comenzó el antiprocés, la contrarrevolución, cuando se le ocurrió poner en el altavoz de su casa nada menos que a aquel forofo del Barça que fue Manolo Escobar. En ese momento ni mozos de escuadra ni nada, se terminó el Procés. Ese ha sido el verdadero 155 del Procés, el que Vives pusiera a Manolo: y a partir de ahí nació Tabarnia, con mi amigo Albert Boadella de president telemático, con un Parlament que está todavía por formar y con una jodienda que no va a tener enmienda. Tabarnia es un espejo en el que se reflejan Puigjunqueras y Colaufián, incluso también Pablo Iglesias, el jefe de la Asaltacapillas, que ha dicho que los tabarnienses hacen circo, y eso lo dice quien ha convertido toda la política española en un circo.