En la entrada del Recinto Ferial de Vila permanecían aparcados 4 autobuses. Uno se había ido ya y todavía faltaba otro por llegar, todo con el objetivo de movilizar a los simpatizantes del partido. Pablo Casado, rodeado de los suyos y del otrora hombre fuerte del PP, ministro de Aznar, el empresario Abel Matutes. Acompañado de José Vicente Marí Bosó, entró junto al resto de candidatos a las alcaldías y al Consell d’Eivissa. Con cierta demostración de músculo, unos 700 asistentes. El primer mensaje de la tarde, en una pantalla de la sala, bien lanzado: crecimiento económico y pensiones aseguradas, dirigido a un público de edad avanzada. A mi lado, un hombre sentado con su mujer, no parecía convencido del todo. Le pregunto qué le están pareciendo las intervenciones de Marí Bosó y Biel Company, muy aplaudidas hasta el momento. «Sin contenido», me responde. Su disgusto se refiere a las intervenciones propias de las campañas electorales, en las que a menudo se atiza más al adversario político en lugar de presentar un programa de gobierno. Company, antes de dar paso a Casado, le recuerda los problemas de la insularidad. Esos problemas que tan poco importan en La Moncloa, independientemente de si gobierna la izquierda o la derecha. Probablemente ese sea el espacio en el que se dispute un caladero de votos muy importante. Y no tanto en derogar la ecotasa, propuesta principal de Casado en clave insular, que dudo mucho que se encuentre entre las preocupaciones de la población ibicenca. Llama la atención que todo ello ocurra la misma semana en la que se ha desatado una crisis interna en el PP balear, precisamente porque la dirección ibicenca exigía a la dirección regional tener en cuenta las especificidades de Ibiza. Crisis que se ha resuelto con la victoria del PP ibicenco. Pero parece que Casado no ha entendido el mensaje.