En enero de 2015 coincidí con Fanny Tur en la exposición de pintura de mi querido Renato Steinmeyer en Can Tixedó. Estuvimos un rato charlando, tras muchos años sin vernos. Recuerdo que le pregunté en ese momento si tenía pensado volver a la política. De hecho le alenté a hacerlo, recordando aquellos eternos plenos del Consell, en los que ella y su querido «enemigo» político Joan Botja, nos regalaban aquellas batallas dialécticas talentosas (y un poco aburridas a veces, también hay que decirlo), pero siempre repletas de ingenio, inteligencia y citas históricas y literarias memorables.

Una época en la que el nivel estaba muy por encima de lo que vino después. En ese momento, en el bar de Forada, Fanny me contestó que no, que ni loca volvía a la política y que estaba muy bien en el Archivo Histórico municipal. Dos años después, en abril de 2017, tomó el relevo en la conselleria de Cultura del Govern balear a Ruth Mateu. Vino a la TEF a una entrevista y recordamos la conversación de Can Tixedó. «¿No decías que no volvías a la política ni loca?», pregunté. Su respuesta fue tan sencilla como contundente: «es que es Cultura, Sonia. Si me ofrecen cualquier otra conselleria habría dicho que no, pero Cultura…».

Luego vinieron sus luces y algunas sombras. No voy a ser yo la que diga que lo ha hecho todo bien, porque no lo creo y de hecho hemos sido combativos cuando así lo ha requerido su gestión. Pero lo que está fuera de toda duda es la gran capacidad de esta mujer. Seria en su trabajo y una de las más inteligentes que he conocido, capaz de contarte sin mirar un solo apunte, la historia que hay detrás de cada una de las fotografías que hay en el Archivo Histórico de Ibiza y que ella tiene documentadas en su prodigiosa cabeza. Me imagino que lo que piensa realmente de que Francina Armengol haya fulminado la conselleria de Cultura como tal, no lo dirá en voz alta ni ante un micro. Es demasiado elegante, demasiado inteligente y demasiado buena para estos tiempos políticos.