Jesús nos dice en el Evangelio: Estad alerta y guardaos de toda avaricia, porque si alguien tiene abundancia de bienes, su vida no depende de aquello que posee. Nuestro divino Maestro, nos enseña, con su actuación y sus palabras, que su obra salvífica no se dirige a resolver los muchos conflictos familiares y sociales que se dan entre los hombres. Jesús ha venido a dar los principios y criterios morales que deben informar la conducta de las personas. Nuestro Señor expone la parábola del rico insensato. Nos dice a todos que es una necedad poner la confianza en la acumulación de bienes materiales para asegurar la vida de aquí abajo, mientras se olvidan de lo más importante: los bienes del espíritu que son los que nos aseguran, de verdad y para siempre, por la misericordia divina, la vida eterna.

La insensatez del rico de la parábola consiste en que ha considerado la posesión de los bienes materiales como el único fin de su existencia y la garantía de su seguridad. Ahora bien, es legítima la aspiración del hombre a poseer lo necesario para su vida y su desarrollo, pero no podemos tener los bienes materiales como bien absoluto.

El enriquecerse egoístamente tanto para los pueblos como para las personas es avaricia. Es la forma más evidente de un subdesarrollo moral. La búsqueda exclusiva del poseer se opone a la verdadera grandeza. Por causa de la avaricia los hombres ya no se unen por amistad, sino por interés puramente egoísta. «Nadie puede servir a Dios y al dinero». A los humanos, Dios nos ha hecho libres, por tanto podemos elegir entre el bien y el mal, de ahí nace nuestra responsabilidad. En el núm. 1866 del Catecismo de la Iglesia Católica leemos: «Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales». Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza. Contra los siete vicios o pecados capitales está la virtud de la humildad, la generosidad, la castidad, la paciencia, la templanza, la caridad, la diligencia.