Hoy admiramos la obra de Jean Michel Basquiat, pintor haitiano con una enorme fuerza en su trazo y en los colores. Este artista se puede decir que elevó la pintada callejera a una de las Bellas Artes. Y tras él han ido apareciendo un montón de niñatos que nos llenan las ciudades ibicencas y españolas de algo que no tiene nada que ver con el arte y sí con la falta de policía o de serenos.

Basquiat era un genio, pero estos grafiteros de hogaño en general son víctimas del botellón y de un sistema educativo y universitario que permite que el presidente del Gobierno sea doctor pese a una tesis muy dudosa y que el presidente del Senado se desayune cada día con una nueva portada de ABC en la que aparece un libro suyo con párrafos que no son de su cosecha. Bansky es otro gran pintor callejero, más lírico que Basquiat quien desgraciadamente murió joven.

Se podría decir que antecedente de Basquiat aunque con estética más suave y que bebe en el fauvismo fue Bob Thomson (1933-1966), el gran pintor afroamericano de Louisville que vivió en 1962-63 en la Ibiza hippie y que murió a los 29 años, en plena efervescencia creativa, siendo pasto de las drogas estando ya en Roma estudiando a los maestros del Renacimiento.

Thomson fue un pintor que conocía muy bien los museos europeos y que se formó viendo a los grandes pintores clásicos. Poco a poco su obra fue cuajando y en ella se fijaron los grandes coleccionistas. En nuestra Isla se lo pasó muy bien, aunque ignoramos casi todo sobre su tránsito por ella. Hay una foto de Bob con Carol Plenda que se guarda en los archivos del Instituto Smithsonian (Washington) en la que ambos están relajados en Ibiza. Como Thomson son muchos los artistas que vivieron en Ibiza y de los que apenas nos queda un rumor que se va desvaneciendo. Creo que convendría investigar todo ese mundo, que no todo es pancatalanismo, ¡leche!