Estos días tan extraños que vivimos están poniendo muchas cosas en su sitio. Los auténticos súper seres llevan bata y salvan vidas o viven en el sexto y llaman a la puerta de su vecina octogenaria para ofrecerle ayuda. O se visten con uniformes de supermercado y se plantan ante una marabunta de gentuza que saquea estanterías de alimentos. Sin olvidarnos de los encargados de la limpieza, efectivos de las Fuerzas de Seguridad, conductores de autobús, taxistas y un gran número de trabajadores públicos invisibles que siguen al pie del cañón. Todos ellos tienen merecidísimos los aplausos de la ciudadanía. Pero mi aplauso hoy se lo quiero dedicar a mis compañeros de profesión. A todos. Los que trabajan conmigo en TEF y Periódico de Ibiza y Formentera y los que trabajan en la competencia. En una época en la que el periodismo no tiene buena prensa, los profesionales de los medios nos hemos volcado para que un país encerrado esté informado, para que desde sus casas puedan seguir viendo especiales informativos, conexiones en directo, ruedas de prensa. Pero para que se puedan seguir leyendo los periódicos, en papel o en digital, las teles sigan emitiendo y las fotografías sigan ilustrando páginas, un puñado de profesionales, no siempre reconocidos, se dejan la piel y esperemos que no la salud, diariamente. Un trabajo poco agradecido en la mayor parte de los casos, y como digo, bastante denostado en estos tiempos que corren… o igual tengo que decir, que corrían, porque puede ser que, después de esta crisis, la realidad que nos encontremos en muchos ámbitos sea otra. Como digo, estos días de cristales rotos y corazones en un puño están poniendo muchas cosas en su sitio.