Algo huele a podrido en la cosa pública. En toda España el número de políticos y su legión de asesores-enchufados crece cada año indiferente a cualquier crisis económica y sus privilegios aumentan mientras exigen esfuerzos a sus cándidos votantes. Pero los cándidos son cada vez menos mientras aumenta el número de resignados a votar la opción que parezca menos mala.

En Italia pasa algo parecido y han votado en referéndum una reducción del treinta por ciento en el número de diputados y senadores. Posiblemente los italianos piensan, mucho antes que en el considerable ahorro (100 millones de euros por año), que reduciendo el número de políticos estos podrán concentrarse mejor en lo que realmente importa, serán más eficientes y no perderán tanto el tiempo en legislar sandeces para joder la vida de los otros. Y el dinero ahorrado podrá invertirse mejor en Educación, Sanidad y Seguridad. Esta ridiuzone alla italiana ha sido un do de pecho democrático.

¿Para cuándo un referéndum similar en España? Largo me lo fiais, pues el poder político es tan absoluto como irresponsable. Y como se sirven antes que servir, deberían ser mejor vigilados. Actualmente el gobierno Sánchez ha batido todos los records de vicepresidencias y ministerios con la consecuente legión de mamones-asesores de la teta pública. Y eso que el presi-preso confesó (antes de las elecciones) que no podría dormir con tal jaula de grillos.

En las Pitiusas también tenemos un claro exceso burrocrático entre consells y ayuntamientos. Vicent Marí criticó la inutilidad del Consell cuando era alcalde. El entonces president, Vicent Serra, respondió que lo que sobraban era ayuntamientos. La mayoría pitiusa estaba de acuerdo con ambos. Pero ningún político quiere meter la tijera mientras el pueblo siga pagando.