Han pasado 43 años desde que se aprobó la Constitución Española y debemos poner en valor su plena vigencia en estos últimos tiempos. La Constitución es la base de nuestra democracia; es un elemento vertebrador de nuestro Estado de derecho que promueve la convivencia pacífica de la sociedad y reconoce y regula los derechos y las libertades de la ciudadanía.

Es nuestra guía, una brújula que siempre debemos tener presente si tenemos la sensación de perder el rumbo. Su esencia, su alma, ha sobresalido durante la pandemia y ahora lo sigue haciendo durante esta etapa en la que iniciamos una recuperación justa. La Carta Magna está más viva que nunca, sin olvidar que demanda una actualización para seguir blindando nuevos derechos y hacer frente a los desafíos de nuestro siglo.

Resulta fundamental mirar hacia atrás y tener presente a los ‘padres’ de la Constitución, quienes superaron las discrepancias y tensiones existentes tras una oscura época para llegar a un consenso. Ellos alcanzaron un valioso acuerdo en un espacio de diálogo en circunstancias muy complejas.

Esa lección de política la podemos extrapolar a nuestros días. Si hoy empezamos una recuperación económica y social, es gracias a todos y a todas, gracias al amparo que nos da la Constitución, gracias a la ciudadanía, a los docentes, sanitarios, empresarios, trabajadores y trabajadoras, al tercer sector, a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los ayuntamientos, a los consells insulares, al Govern de les Illes Balears y al Estado.

En estos últimos meses se ha demostrado el valor de lo público: en la sanidad, la educación, las pensiones, el empleo… Queda mucho camino por recorrer, pero tenemos una valiosa brújula que nos orienta y una oportunidad inmejorable que sabremos aprovechar gracias a los fondos europeos. El futuro más inmediato es un país más sostenible, un país más feminista, un país más justo e igualitario.

Una de las grandezas de la Carta Magna es el artículo 14: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». La igualdad es un derecho fundamental en una sociedad democrática que nadie se cuestiona pero que debemos tener presente cada día.

El racismo, la homofobia o la violencia machista son otros virus que debemos erradicar. Este año tenemos que lamentar tres víctimas de la violencia de género en Balears. Es justo recordarlas, como también a otras muchas mujeres que son maltratadas por sus parejas y exparejas. Nuestra misión como sociedad es acabar con esta lacra.

Tras ese hito histórico alcanzado en 1978 cuando la Constitución Española vio la luz, la Carta Magna sigue siendo la brújula que nos guía hacia un futuro de esperanza y de progreso democrático.