Niñas jugando en una piscina. | Imagen de Pexels en Pixabay

La llegada de las vacaciones de verano de los hijos provoca que muchas familias tengan que realizar verdaderos encajes de bolillos para conciliar la vida laboral y familiar. Creo que la mayoría coincidiremos en que para los chicos éste descanso es esencial. Es fácil observar como en las últimas semanas escolares se refleja en ellos el cansancio acumulado de todo el curso escolar. ¿Qué podemos hacer durante prácticamente 2,5 meses de vacaciones?

Sin valor las dificultades de conciliación familiar-laboral, las vacaciones de los hijos deberían estructurarse en tres pilares básicos: tiempo de aprendizaje, tiempo de descanso y tiempo en familia.

Tiempo de aprendizaje: es prácticamente unánime entre los profesionales de la educación, defender el ocio y el tiempo libre como un espacio muy óptimo para la educación no formal. Es decir, es el lugar más apropiado para que nuestros hijos/as adquieran y disfruten de aprendizajes enfocados a las competencias, las habilidades sociales, a los hábitos saludables, etc. que mejoraran su calidad de vida.

Cada vez son más diversas las actividades de ocio que se ofrecen durante el verano. Así podemos encontrar actividades de carácter formativo: academias de estudios, campamentos de inglés, etc. Actividades de carácter deportivo: campus de fútbol, baloncesto, etc. Actividades Urbanas: escuelas de verano, cursos de artes plásticas, etc. Actividades en el medio natural: campamentos rurales, cursos de vela, kayak, etc. Una de las dificultades de acceso a este tipo de actividades es que suponen un alto desembolso económico por parte de las familias.

Tiempo de descanso: hace referencia a espacios sin obligaciones formales más allá de las propias de la convivencia familiar. Momento de recuperación física y psíquica. Se flexibilizan las rutinas y los horarios.

Los chicos se acuestan y se levantan más tarde de lo habitual, al no existir actividades formales para el día siguiente. Es tiempo para recuperar energías, descansando y realizando actividades por gusto y apetencia, más que por obligación.

Tiempo en familia: las vacaciones deben mejorar y cohesionar los lazos afectivos entre todos los miembros. En primer lugar nos ayudará a establecer relación con la familia extensa, como abuelos, primos, tíos, amigos, etc. con los que no se tiene contacto tan habitual. En segundo lugar toda la familia sale de la rutina y obligaciones habituales, disminuyendo la carga de estrés. Todo se flexibiliza más, pues al relacionarnos en espacios más distendidos y con menos planificación, las relaciones afectivas deberían salir reforzadas. Y en tercer lugar, es el momento de realizar y disfrutar de actividades conjuntas, respetando y adaptándonos a los gustos de cada uno de los miembros.

Compartir actividades nos ayudará a desarrollar experiencias propias que reforzarán la cohesión, la adaptación y la comunicación en la familia.

Las mejores vacaciones para la familia son aquellas donde se disfruta juntos, se viven nuevas experiencias y se cargan las energías que nos ayudarán a enfrentarnos a los proyectos, obligaciones y rutinas venideras.

ivancastroconsulta@gmail.com