Un niño pintando. | Imagen de Mari Kanezaki en Pixabay

Durante los últimos años han aparecido un mayor número de investigaciones que se focalizan en los beneficios que obtienen los niños cuando desarrollan sus habilidades artísticas. Al mismo tiempo que ha aumentado la cantidad de estudios y se ha percibido la importancia que tiene esta habilidad para la infancia, también ha disminuido el número de horas de música y de plástica en el aula. El área de música ni siquiera dispone de denominación propia en el Boe, junto con plástica comparte nombre: Educación Artística. Para solventar esta carencia en educación, ha aparecido un mayor número de ofertas externas a las escuelas que optan por desarrollar la faceta artística del niño. Como el tiempo dedicado al arte en los colegios es mínimo, los niños no se interesan por clases particulares de esta índole y termina siendo la familia la que inscribe al niño en las academias o clases sin saber muy bien si realmente eso es lo que le gusta.

Es importante que educación refuerce en el aula las áreas artísticas y trabaje la pintura, las manualidades, la música, la danza y el arte en general porque son actividades que desarrollan en el niño habilidades para expresarse y hacen que aumente su seguridad, su autoconocimiento y le ayudan a regular sus emociones. El desarrollo de estas habilidades también ayuda a que los niños sean más creativos, potencia su concentración, mejora su psicomotricidad, su percepción auditiva, refuerza el lenguaje, desarrolla sus habilidades sociales... Un niño que canta es un niño feliz, recuerdan a menudo los pedagogos. Neurocientíficos afirman que para que el niño se desarrolle de forma integral y en armonía es necesario que se enriquezcan sus habilidades musicales. El psicólogo y neurocientífico Stefan Koelsch da gran importancia a la música en sus charlas y alguna vez ha comentado que hay sociedades sin escritura pero no sin música. Acerquemos el arte a los niños. Sus padres, sus profesores y sus psicólogos lo agradeceran.