El Gobierno de España ha tenido la buena idea de descentralizar parte de la enorme burocracia que hoy reside casi exclusivamente en Madrid. Entre los primeros organismos que ya no se crearán en la capital están la Agencia Espacial Española y la Agencia de la Inteligencia Artificial. Para albergar estas sedes se había convocado a los municipios a que presentaran sus candidaturas. Al final, el cinco de diciembre se supo que Sevilla albergará la Agencia Espacial y La Coruña, la de la Inteligencia Artificial. En las dos ciudades hubo fiesta porque por fin se reconocen sus valores, sus cualidades; la humanidad empieza a poner las cosas en su sitio.

Mucho más reveladora está siendo la virulenta reacción de casi todas las candidaturas perdedoras. Cuando uno participa en una competición de la que saldrá un único ganador, estadísticamente tiene más posibilidades de perder que de ganar y, por supuesto, a nadie le iba la vida en este concurso. Sin embargo, aún hoy, la mayor parte de los perdedores está protestando y clamando por justicia. Todos ven un perverso plan de Sánchez para excluirlos del lugar al que estaban predestinados. Escuchando las reacciones a la decisión, uno piensa que la Moncloa en realidad diseñó una operación para desfogar su sed Un país de líderes Javier Mato Periodista de venganza con media España.

Como periodista no puedo dejar de criticar el delirio de mis compañeros de la prensa regional: ¿cómo pueden sumarse a estos circos aldeanos, sin la menor autocrítica, haciendo frente con el ombliguismo más tosco?

El caso más loco es el de Granada, cuyo periódico más leído publicó un editorial titulado ‘Un golpe bajo a Granada’ y desde entonces dedica una portada diaria a destapar el evidente favoritismo de Sánchez por La Coruña. El alcalde (socialista) de Granada está «entre destrozado y mosqueado; no nos vamos a callar». Moreno , el presidente de la Andalucía que sí se llevó la Agencia Espacial, decía que le apena «que el Gobierno central no apueste por Granada».

El enfado en León es igual de monumental: «Sánchez premia a Sevilla con una sede para la España vacía», decía Diario de León, que sigue con la historia días y días después. ‘El PSOE elige Sevilla como sede de la Agencia Espacial’, titula La Nueva Crónica de León, poniendo el dedo acusador en Ferraz.

En Cebreros, Ávila, dicen que van a estudiar si recurrir al Supremo, porque por supuesto, no cabe que la adjudicación haya sido justa. Jamás puede ser justo que Cebreros pierda. Antonio Morales, el presidente del Cabildo de Gran Canaria pedirá explicaciones porque «no puede ser que el Gobierno entienda la descentralización profundizando el aislamiento y la marginación de Canarias». La prensa local, por supuesto, a tope en contra del intolerable agravio a la identidad canaria. ¡Todos a las barricadas!

El Partido Popular de la Comunidad Valenciana y la patronal «critican el desprecio y el olvido del Ejecutivo de Sánchez» porque ni Alicante ni Elche fueron escogidas. «A la hora de la verdad otro tren pasa de largo para la Comunidad». ¡Cómo se podrá recuperar la región de tamaña afrenta!

En Aragón, donde se presentaban las candidaturas de Teruel y Zaragoza, las cosas están muy claras: Javier Lambán, el presidente regional, socialista, dijo que la adjudicación se hizo por interés electoral y añade sin ambigüedades que este es «un agravio territorial» de un gobierno que «queda desacreditado en su lucha contra la despoblación». Los abogados están trabajando para recurrir a donde haga falta.

En Segovia querían la Inteligencia Artificial, pero su alcaldesa dice que tener un presidente autonómico del Partido Popular era un lastre insuperable, por lo que una de las sedes se fue a La Coruña y la otra a Sevilla.

Así podemos seguir comprobando cómo la Moncloa ignoró deliberadamente los valores de esta España que, vista la reacción, es menos diversa de lo que parecía. Ante esto, ¡cómo criticar a los padres que agreden al árbitro del partido de fútbol infantil que no pita en favor de sus hijos, verdaderos ‘messis’ no reconocidos por una sociedad envidiosa! ¡Cómo se puede gobernar un país con diecisiete autonomías que tienen un potencial que ya quisiera para sí Silicon Valley! ¡Cómo ser justos con los mejores ocho mil quinientos municipios del mundo, situados en las cincuenta provincias líderes del planeta!

¿Es posible construir un proyecto colectivo a partir de tanto ombliguismo? ¿No hay nadie en este país que pueda admitir que no todos podemos ser líderes, que alguien fuera también ha hecho alguna cosa bien, que quizás sea mejor integrarse en un conjunto con sus méritos a aspirar todos a encabezar el ránking?