El testimonio de la médica pediatra Sara Barrera es la constatación del fracaso absoluto de toda la sociedad ibicenca. Si ni siquiera a una profesional de la sanidad    que atiende a nuestros hijos menores cuando están enfermos, se es capaz de proporcionar una vivienda digna en condiciones aceptables, de forma que decida instalarse de forma estable, quizá de por vida, en esta bendita Isla, entonces es que no merecemos nada bueno y el porvenir es auténticamente sombrío. Tras 17 meses trabajando en Ibiza, no ha logrado encontrar una vivienda adecuada y que pueda permitirse pagar. ¡Una doctora pediatra! Si esto sucede con una profesional cualificada, qué no sucederá con trabajadores no cualificados. Sara Barrera se lamenta de la falta de ayudas recibidas para encontrar vivienda, pues si bien agradece que le brindasen una habitación en el viejo hospital de Can Misses, cualquiera puede entender que esa es una solución temporal, un parche que no soluciona nada. Lo mismo que el personal de hostelería a los que los hoteleros facilitan alojamiento. Eso es para temporeros, no para emprender un proyecto de vida ilusionante en un lugar ya de por sí caro. Con el agravante de que hablamos de una profesional de un servicio público esencial como es la sanidad, obligada a cambiar de habitación en un piso compartido cada seis meses. ¿Cómo no van a faltar pediatras en el Ib-Salut? Lamentablemente, el problema no es nuevo, sino que se agrava día a día, ante la absoluta indiferencia de la clase política balear, a la que le importan tres pimientos el testimonio de Sara Barrera. Y encima, tienen la cara dura de afirmar que la sanidad pública pitiusa es atractiva para los profesionales de fuera. Claro. La doctora Barrera ya busca destino en Mallorca, donde la cosa está mal pero no alcanza los tintes dramáticos de las Pitiusas.