Imágenes de este jueves en la carpa de la Plaza Antoni Albert i Nieto. | Manu Gon

Decenas de pequeños y mayores han disfrutado este jueves por la tarde en la carpa de la Plaza Antoni Albert i Nieto con de los talleres preparados por los estudiantes de los distintos cursos de robótica educativa que se imparten en el C19 de la ciudad de Ibiza.

Una actividad que dejó a todos los asistentes con la boca abierta sorprendiendo por su alto nivel, tanto de construcción como de programación. Todo ello, además, con el valor añadido según explicó a Periódico de Ibiza y Formentera el profesor del Club de Robòtica Educativa d'Eivissa David Solà, de haber sido elaborados por jóvenes que aún no son mayores de edad. «Tenemos los cursos en el C19 y en Sant Josep, con siete niveles diferentes y comenzando con chicos que apenas tienen 10 años, y la intención es que todo el mundo pueda descubrir todo lo que se puede conseguir con inventiva y combinando la parte educativa de Lego con la programación y la robótica».

No en vano, los presentes pudieron disfrutar con distintas alternativas a cada cual más llamativa y sorprendente. Desde un pequeño robot inspirado en el famoso juego de Simón dice, en el que había que seguir lo más rápidamente posible las instrucciones de tocar colores como el rojo, el amarillo o el azul a izquierda, derecha, arriba o abajo, a una máquina especial elaborada por los estudiantes y que es prácticamente igual a aquellas en las que hay que rescatar una serie de objetos con una gran pinza.

También fascinaron un pequeño robot tanque con una gran pinza que, comandado por los participantes con un pequeño mando, iba recogiendo golosinas en un recorrido plagado de obstáculos, pruebas y trampolines o un robot unidireccional como el que usarán algunos de los jóvenes del Club de Robòtica Educativa d'Eivissa cuando compitan en abril en un campeonato en la localidad madrileña de Alcalá de Henares y con el que había que recoger todo tipo de aros.

Incluso, como explicó Solà, para que los más pequeños de la familia empiecen a familiarizarse con el mundo de la robótica a partir de los cinco o seis años, había un robot al que marcar una serie de instrucciones para que acabar cogiendo unos caramelos. «En este caso la intención es introducirles en el pensamiento computacional a través del juego, a través de una serie de órdenes que tienes que dar robot y que fomentan el desarrollo de su imaginación y su razonamiento porque tienen que pensar que deben hacer en cada momento».

Satisfacción y sorpresa

Todo ello dejó un magnífico sabor de boca entre los asistentes que acudieron hasta la carpa. En un principio, enfocados para niños de distintas edades, también fueron muchos los padres a los que les encantó los juegos. «No me lo esperaba así de ninguna manera, pensé que sería algo mucho más infantil, pero me ha sorprendido tan gratamente que ojalá me pudiera apuntar yo en alguno de los cursos», bromeó Pedro, el padre de 41 años del pequeño Lucas.

De hecho, viendo como disfrutaba el pequeño de 7 años no es descartable que lo pudieran hacer juntos. «En un principio veníamos a entregar la carta al cartero real con su hermana María pero enseguida ha cambiado la dirección y ahora no hay quien lo saque de aquí».

Lo mismo sucedía con Noel o Guillem, dos pequeños primos de 8 y 9 años a los que les había encantado eso de manejar el robot para coger caramelos. «Es increíble lo que han conseguido y les está gustando tanto que ahora el peligro está en que no nos podamos ir de aquí o tengamos que poner estos juegos en casa», bromeó Lucía, la madre de uno de ellos.