Un momento del taller impartido este viernes. | Arguiñe Escandón

La historiadora del arte y conservadora del Museu Etnogràfic d’Eivissa Susana Cardona ha impartido este viernes por tarde en la sala polivalente de l’Escola d’Arts la interesantísima conferencia La cutxilla a la pagesia; usos i costums como lección inaugural del curso de elaboración de este elemento tradicional que imparten en este centro los viernes por la tarde el mestre artesà honorific Joan Boned y el joven Xicu Rocha.

A lo largo de su charla Cardona ha hecho un importante repaso a las distintas armas blancas y su uso entre los ibicencos en la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX «hasta que ya en las décadas de los años 50 y 60 la Guardia Civil empezó a requisarlas desapareciendo muchas de ellas para siempre».

Tras haber indagado e investigado entre numerosa documentación y bibliografía de esta época, pero sobre todo acudiendo a las fuentes orales de muchos ibicencos «que aún guardan estos objetos familiares como las joyas que realmente son», la historiadora fue mucho más allá de una simple definición de la cutxilla tradicional aprovechando además, como ella misma ha explicado este viernes a Periódico de Ibiza y Formentera, que fue uno de los primeros temas que se trató en el Museu Etnogràfic d’Eivissa tras conocer al que está considerado antes de que llegaran Boned y Rocha como el último gran artesano en la materia, Pep Muson, fallecido desgraciadamente en 2007.

Así, los asistentes pudieron conocer el arraigo que tuvo esta arma dentro del uso doméstico, «sobre todo en las matanzas de los cerdos, donde cada uno de los familiares o invitados traían una cutxilla matancera de grandes dimensiones a modo de competición y ostentación para ver cuál era la que estaba mejor elaborada o tenía mayor calidad» o «para el cuidado y la higiene personal entre los hombres que lo usaban para cortarse el pelo o afeitarse».

Además, Cardona comentó su importante uso «como alternativa secundaria a las armas de fuego». Algo que, según la historiadora, «se remonta a las primeras milicias locales formadas por pageses que a partir del siglo XIII comenzaron a vigilar la isla de posibles ataques», aunque luego se convirtió en fundamental en lo que se conoce como el festeig pagès y «donde los jóvenes en teoría defendían su honor y arreglaban supuestas desavenencias amorosas con duelos a cuchillo o ataques a traición». E, incluso, «cómo se metían dentro de las iglesias aunque estaban prohibidas porque se usaban en ciertos rituales».

Una amplia variedad

De hecho, «aunque no es fácil que los ibicencos reconozcan que tienen estas armas en casa», su arraigo durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX fue tal que, como aseguró la historiadora «hay muchas variedades que van más allá de la tradicional ibicenca, con dagas, puñales o navajas que son claramente de importación».

Incluso, según Cardona, «muchos de los jóvenes ibicencos que se marchaban a trabajar a Sudamérica y luego regresaban trajeron estoques», una especie de bastón que escondía una espada en su interior y del que aún se conserva un ejemplo que se puede contemplar en el recién inaugurado Molí d’en Simó de Sant Antoni gracias a la donación de Carmen Tur.