‘Miquelet’ Basora celebró ayer por todo lo alto su 101 cumpleaños con familia y amigos.

José Boned, Miquelet Basora por su malnom, ha celebrado este jueves por todo lo alto sus 101 años rodeado de su familia y amigos. Y es que no es para menos ya que es una cifra que no mucha gente alcanza. Por este motivo, el Ayuntamiento de Eivisa le regaló un centro de plantas y recibió la visita del alcalde Rafa Ruiz.

Miquelet Basora nació un 9 de marzo de 1922 en Vila, en la calle de la Mare de Deu de Sa Penya. Su padre, Miquel, salinero de profesión, tuvo que llevarlo a casa de sus abuelos en Sant Joan a los pocos meses de nacer. La madre de José, Catalina, murió a los tres meses de dar a luz. Así que Miquel llevó al pequeño José a casa de sus padres, pero no informó de cuál era el nombre del crío. Así que, el hijo de Miquel Basora, se quedó como Miquelet Basora. Hasta los siete años vivió atendido por sus abuelos y por otra familia. «En aquella época había parejas que cuidaban de los niños de otros hasta que se podían valer por sí mismos. A mí me hicieron una cosa así. Me llevaron a Can Mestresó, en el kilómetro 20 de la carretera de Sant Joan. Fue una familia muy noble, no creo que hubiera podido estar mejor en ninguna otra casa».

En aquella casa tuvo una infancia feliz, jugando con las tres hijas del matrimonio de acogida, hasta los siete años. A esa edad su padre decidió que Miquelet tenía que bajar a Vila para ir a la escuela. A partir de ese momento vivió en la ciudad, con su padre, pero se pasaba el día en la escuela hasta que él volvía de trabajar. A los 13 años empezó a trabajar en un hotel como botones, un trabajo que le duró poco pues estalló la Guerra Civil cuando él era adolescente. Miquelet Basora recuerda la Guerra Civil como una época triste, por lo que prefiere no profundizar en detalles. Tras la Guerra, todo volvió a funcionar lentamente. En el año 48, Miquelet Basora se casó. No tuvo viaje de bodas porque había que trabajar. Años después, montó su propio negocio, una pensión, el hostal Basora que estaba en Talamanca donde ahora está el hotel Nobu. Llevaron el negocio una década hasta que surgió la oportunidad de venderlo a un inglés.

Con los ingresos de la nueva venta puso otra pensión en la avenida Isidoro Macabich número 20. Compró un edificio de tres plantas en el que montó una cafetería y una pensión, Isla del sol, a la que se dedicó hasta su jubilación.