El gusanillo de la solidaridad ha vuelto a picar a Jorge Nacher, o posiblemente nunca le haya abandonado. Este lunes viajará a Ucrania para ayudar en todo lo que pueda. Será su tercer viaje al país desde que comenzó el conflicto bélico, en febrero de 2022.

Vía Valencia, en primer lugar se trasladará a Moldavia donde pernoctará en la iglesia de una población en la que ya estuvo colaborando meses atrás. En esa parroquia el voluntario ayudó a atender a los refugiados que llegaban procedentes de Ucrania y lo hizo montando camas o haciéndoles la comida.

De allí, Nacher saltará a Odesa, una de las capitales ucranianas más perjudicadas por la guerra. De Odesa viajará a Kiev y, desde este lugar, se trasladará a un pequeño pueblo cercano donde desarrollará su voluntariado.

«Voy a ayudar donde se necesite. Cada vez me he movido con un proyecto diferente que me ha tocado la fibra. Entrar en Ucrania no es difícil, sí hacerlo en zonas conflictivas», reconoce.

Hasta el próximo domingo permanecerá en el país prestando asistencia a una joven ucraniana que ha montado un pequeño espacio para niños que lo han perdido todo. «Esta mujer logra que los pequeños vivan este tiempo de una manera diferente, con juegos, pinturas, intentando que la vida que les ha tocado vivir por culpa de la guerra sea un poco más llevadera», relata.

A ella, Nacher entregará parte de la recaudación conseguida con la paella solidaria organizada en Sant Antoni semanas atrás. Desde algún tiempo, Jorge ha podido estar en contacto con esta joven, quien atiende en la actualidad a unos 30 niños, la mayoría huérfanos.

Nacher rememora cómo la primera zona que visitó, justo al principio del conflicto, fue Leópolis. Hasta allí se trasladó en mayo de 2022 para transportar un furgón repleto de material sanitario. Varios meses después, este vecino de Sant Antoni regresó para ayudar a evacuar a población civil. En esa segunda ocasión, Nacher fue consciente de toda la destrucción y el gran drama que supone una guerra.

Según reconoce, durante este nuevo viaje tratará de entregar los mensajes y algún que otro envío que muchos ucranianos residentes en Ibiza le han pedido que haga llegar a sus familias. «Ellos se llevan las manos a la cabeza y no entienden que desde un lugar como Ibiza haya este movimiento para ayudarles. Están muy agradecidos», insiste.

«No tengo miedo. Es algo que yo elijo y quiero hacer. La primera vez que fui oímos las alarmas; la segunda vez acababan de finalizar los bombardeos. Me he cruzado con tanques y lanzamisiles que iban a las zonas de combate, pero no tengo miedo. Siento que es lo que tengo que hacer. Mi familia me pide que tenga cuidado pero me conocen y, por mucho que me lo digan, ya saben que voy a ir igual», concluye.

Voluntariado

Tras regresar de su segunda expedición solidaria, Jorge Nacher declaró a Periódico de Ibiza y Formentera que «Ucrania me ha marcado».

«Su gente es muy fuerte. No abandona nunca. Llama la atención ver a civiles armados o ver a militares ir a la lucha en vehículos privados. Se defienden como pueden», relató.

Tanto le marcó esa segunda experiencia que desde el principio no descartó realizar un tercer viaje. Lo cierto es que durante el tiempo que ha permanecido en Ibiza, entre viaje y viaje, este solidario vecino de Sant Antoni no ha parado de organizar iniciativas para ayudar a países con graves emergencias humanitarias. Desde la paella solidaria para Ucrania con la que recaudó 2.400 euros a recoger y enviar allí viejas camas de hoteles, cualquier iniciativa solidaria sirve para colaborar con el pueblo ucraniano.