El Mercadillo de Las Dalias ha sido desde sus inicios, en 1985, punto de encuentro para artistas, pintores, escultores, músicos y cineastas que hallaban en este lugar un hogar donde compartir conocimientos, vivencias y creaciones.

A principios de los años 90, un grupo formado por algunos de estos artistas se propuso montar exposiciones periódicas durante la temporada, primero dentro de la sala (hoy en día conocida como Akasha) y después en el jardín. Contaron inmediatamente con el apoyo de Las Dalias y lograron que cada semana diferentes artistas mostraran su obra.

El periodista José Manuel Piña, siempre ingenioso y divertido y tristemente ya fallecido, acudió a la primera vernissage y bautizó aquella experiencia como El Jardín más artístico en una columna en su periódico. Con aquel mismo espíritu pero con nuevas energías, Las Dalias recupera, 30 años después, esa iniciativa artística e inaugura este domingo 27 de agosto a las 20.30 horas la experiencia El Jardín Más Artístico, con obra de Paulo Viheira. Y es que precisamente Viheira fue uno de los primeros artistas que expuso en los años 90. «Cada vernissage era una fiesta, había mucho apoyo y todo era posible gracias al patrocinio de Las Dalias, que ejercía como sponsor y cedía su espacio de forma altruista», recuerda.

Casi tres décadas después regresan con un proyecto «más maduro» y con ganas de dar visibilidad al arte que se crea en Ibiza, recuperando toda esa historia pasada pero dando un impulso a lo actual.

Sobre Paulo Viheira

Paulo Viheira es uno de los artistas más consolidados de Ibiza, con una obra colorista, potente y muy personal que tiene un sello absolutamente propio e inconfundible. Un universo muy personal creado con diversos materiales pero en el que siempre ha primado el tratamiento de las maderas y los colores.

Los materiales reciclados y poco artísticos —en teoría— como trozos de hierro, pedazos de botellas, restos de bicicletas o latas de conserva también están entre los favoritos de Viheira, aunque la madera de cedro es la materia prima básica que aporta armonía y fortaleza a sus piezas.

Un mundo propio, figurativo, colorista que abarca desde inmensos murales a grandes esculturas, pasando por otras de formatos más reducidos, pero que todas provocan intensas sensaciones visuales. El brasileño Paulo Viheira lleva más de 30 años en la isla donde tiene su cuartel, hogar y familia.