En esta época del año predominan los turistas que viajan en pareja, a los que les gusta la gastronomía y la tranquilidad. | DANIEL ESPINOSA


Los barcos salen medio llenos. O medio vacíos, según se mire. Las playas no sufren el bullicio del verano, las carreteras están tranquilas y, por la tarde, no hay una cola de 20 motos esperando en la gasolinera. En Formentera, del mismo modo que en el resto del Mediterráneo, mayo marca el inicio de la temporada turística.Suele ser un mes más tranquilo, pero éste ha sido particularmente flojo para la mayoría.

Franceses y alemanes

En el Bar del Centro, frente a la iglesia de San Francesc, lo confirman. En la terraza se oye sobre todo hablar catalán y se reconoce la familiaridad del cliente que forma parte de la parroquia habitual. Está algo más animado por las tardes, con un turismo mucho más relajado, dicen desde la barra mientras vierten la leche en el café. Ven turistas españoles, pero destacan la presencia de los alemanes.

«Vuelven los alemanes», confirma Patricia Martínez, que regenta junto a su novio una tienda de diseño de interiores y ropa. Esta asturiana se vino por amor a Formentera y lleva ya cinco años en la isla. «Abrimos en Semana Santa y prácticamente no había nadie», indica. Ahora ha mejorado un poco, pero tampoco es para tirar cohetes. Aunque le parece algo normal y cree que remontará. «Más que nada ha sido por el tiempo», considera Martínez. Y añade: «Formentera es sus playas, por lo que si no puedes ir a la playa no eliges Formentera como destino».

Los clientes de su establecimiento son, sobre todo, extranjeros residentes en la isla, aunque indica que también se acerca gente de Ibiza que les conoce a través del boca-oído.
Lina sí que puede comparar. Lleva muchos años en la papelería y tienda de souvenirs Es cantó y dice que está bastante flojo. Trabaja junto a Marina, que asiente y dice que sí, que está «un poquito más tranquilo de lo habitual». Ambas también lo atribuyen al clima. «La gente en esta época viene de escapada y la prepara con muy poca antelación», explica Lina y es por ello que cree que muchos deciden su destino en función de la previsión meteorológica.

Joaquín Antón valora mucho la tranquilidad de este inicio de temporada, sobre todo en las carreteras. Es taxista. Es una época en la que la gente busca eso, la tranquilidad. Aunque de lo que se queja es del clima, que le ha obligado a trabajar a «trompicones». «A partir de junio empieza el infierno», indica. Un ‘infierno’ que traerá una mejora en los ingresos, pero que también supondrá masificación en las carreteras.
Lucas Moya es el contraste.

Indica que para él la temporada ha empezado más fuerte que de costumbre. Lleva 20 años vendiendo sombreros y complementos diseñados o modificados a mano. En este tiempo dice que lo que más ha cambiado es la competencia. «Ahora hay que compartir la tarta entre más gente», dice. También ve muchos franceses, «más que de costumbre», y sobre todo parejas. Unas parejas que en muchos casos se alojan en el hotel ‘Es Marés’, donde en esta época les piden mucho las bicicletas para recorrer con tranquilidad la isla.

«Es un turista que quiere los restaurantes tradicionales, visitar el spa...en plan relax», cuenta Amanda en la recepción. Nota mucha tranquilidad en la isla, aunque no puede comparar, ya que empezó a trabajar este año.

La playa

Las aguas en las playas están cristalinas, la arena limpia, y hay distancia de muchos metros entre toalla y toalla. El que haya visitado Formentera sólo en verano descubriría algo completamente distinto en la playa de Cavall d’en Borrás. En la pasarela de acceso, oculto entre las sabinas pero con vistas a la playa está ‘Beso Beach’, un chiringuito de pescado en el que el encargado indica que está más tranquilo pero que están teniendo buen tirón.

Sobre todo el fin de semana. Indica que la gente se acerca a comer o a beber y que no sabría decir si hay más o menos gente que otros años. «Mayo es siempre tranquilo», afirma.

Algo que se nota en las hamacas, casi todas están vacías y los hamaqueros están muy tranquilos.
Inicio flojo de la temporada en Formentera, pero en la isla hay una paz que no tiene precio, y que no durará mucho para beneficio de negocios y hosteleros.