Antoni Marí Calbet cuando nombraron a su hija, Virginia Marí, alcaldesa de Vila. | Sergio Cañizares

Antoni Marí Calbet, durante sus dos mandatos al frente del Consell Insular de Ibiza y Formentera, fue un hombre clave para la modernización de nuestra isla y para la protección y puesta en valor del patrimonio histórico formenterer.

Pere Palau, que fue amigo de Marí Calbet y su número dos en el Consell durante dos legislaturas, ha resaltado su gran compromiso con Formentera, que por entonces tenía ligado su destino político en Ibiza. «Era un gran defensor de Formentera», ha explicado Palau en más de una ocasión, "pensaba mucho en la isla porque quería darle en todo momento lo que se merecía en base a la doble insularidad que sufría y sigue sufriendo ».

Y fruto de este amor de Mari Calbet por Formentera (isla que visitaba asiduamente) surgieron un buen número de iniciativas, dirigidas a mejorar tanto la vida de los formenterers como los bienes históricos y culturales de la isla.

Y es que fue Antoni Marí Calbet, como presidente del Consell Insular de Ibiza y Formentera, quien llevó el servicio de la Inspección Técnica de Vehículos a la isla, por lo que de una vez por todas los ciudadanos de Formentera dejaron de depender de la vecina isla en este sentido. También durante sus mandatos al frente de la máxima institución pitiusa, se logra un salto cualitativo referente a la educación de los jóvenes de la isla, al construir con el Govern balear el instituto Marc Ferrer, que trajo más opciones y más calidad educativa para los adolescentes de Formentera.

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Otro aspecto beneficioso para la juventud de la isla, principalmente, fue la construcción de la piscina insular, hito histórico ya que hasta la fecha sólo existían piscinas privadas.

Pero la huella de Marí Calbet en Formentera no sólo queda en el ámbito de las infraestructuras. También fue un referente a la hora de proteger el patrimonio histórico y cultural de la isla. Son muchos los que recuerdan aquella fotografía en s’Espalmador en la que el entonces presidente del Consell Pitiús, junto con históricos políticos como María Luisa Cava de Llano o Joan Marí Tur (Botja), aprobaron bajo un toldo y en bañador primera restauración de la torre de vigilancia de este islote.

Antoni Mari Calbet fue el artífice del plan de asfaltado de caminos rurales de la isla y los accesos a los faros, además de ser un entusiasta promotor de diversas medidas de protección del patrimonio cultural de la isla.

Con Marí Calbet se ha perdido un político de raza, un defensor a ultranza de los intereses de las Pitiusas frente a Mallorca, y un formenterer de corazón que siempre luchó para que la hermana pequeña no quedara atrás. Descanse en paz.