Joan Roig Marí posa para esta entrevista. | Toni Planells

Juanito Paya Roig (Ses Figueretes, 1964), nació y creció en la primera casa que se construyó en el barrio de Ses Figueretes. De esta manera, creó de manera paralela al barrio que vio evolucionar en primera persona. Gran aficionado al motor desde su juventud, también conoció «los años dorados del motocross» a lomos de su Montessa Capra y participó en multitud de rallys pilotando el mítico R5 Copa Turbo.

— ¿Dónde nació usted?
— Nací en Figueretes, en la casa que construyeron allí mis padres, Pepe de Can Paya y Rita de Cas Moliner. Allí fue donde crecí. Yo era el pequeño de tres hermanos, aunque Pepe, que tenía cuatro años más que yo, murió muy joven.

— Su madre era de Cas Moliner, ¿tenían un molino?
— No (ríe). Su padre, Es Moliner, no tenía un molino, tenía el primer taxi de Ibiza: el taxi número uno. También alquilaba bicicletas en Vara de Rey y en la Plaza del Parque. Allí no solo las alquilaba, también hacía custodia de las bicicletas de los payeses cuando venían a Vila. Tenía un piso encima del Celler Balear, lo que pasa es que lo tuvo que vender para poder pagar el taxi cuando, en La Guerra, los rojos se lo requisaron. Al final, los rojos perdieron la guerra y mi abuelo, el taxi. Sin embargo, durante La Guerra, él fue voluntario de la Cruz Roja, ayudando a heridos sin importar de qué bando eran. En una ocasión, ese ‘famoso coche negro’ que daba el paseíllo recogiendo a los del otro bando que nunca más aparecían, se detuvo para darle el ‘paseíllo’ a él. Menos mal que lo vio un amigo suyo y les aclaró a los del ‘coche negro’ que era de la Cruz Roja.

— ¿A qué se dedicaba su padre?
— Mi padre era ‘llauner’ (hojalatero). Un oficio que heredó, junto a mi tío Vicente, de mi abuelo. Se dedicaban a reparar ollas, hacer ‘flaoneras’, ‘bunyoleras’, aceiteras y cosas así. Tenía el taller muy cerca de la librería Verdera. Lo que pasa es que este oficio derivó de manera natural a la fontanería. Claro, sabían soldar con estaño, hacer cosas con plomo y conocían los metales, así que cuando se empezaron a construir cuartos de baño (que antes no se hacían) empezaron a instalarlos. Con el tiempo, mi padre acabó siendo el representante de Roca en Ibiza. Si no hubiera sido un trasto con el tema de los cobros, hubiéramos sido una familia de millonarios (ríe). Siempre lo decía mi madre.

— Millonarios tal vez no, pero sí que me ha contado que se construyó su casa en Figueretes
— Así es. Compró un terreno allí con la única condición de que, para poderlo pagar poco a poco, tenía que comenzar a construir ya. Así la gente vería que se podía construir allí. De esa manera, la nuestra fue la primera casa que empezó a construirse en Ses Figueretes (sigue en pie en la calle Formentera número 10). Digo que fue la primera que empezó a construirse, pero no la primera que se terminó. Como enseguida se empezaron a vender terrenos, el que compró el de al lado, el de Can Cónsul, como tenía más dinero que mi padre la terminó enseguida. Mi padre estuvo trabajando en ella, fin de semana a fin de semana durante años. A la antigua. Hasta que mi madre le dio el ultimátum para que la terminara y poder casarse de una vez, si no partien figues (ríe). Nunca sabré si mi padre alargaba el proceso aposta (ríe).

— ¿Vio evolucionar Figueretes desde que apenas no tenía construcciones?
— No te creas. Se construyó muy rápido, aunque sí que vi como se hacían muchas de ellas y recuerdo las calles, que no estaban ni asfaltadas. Hubo un boom urbanístico desorbitado. Aunque solo se podían construir dos plantas, la gente hacía lo que le daba la gana. Solo había que contar con buenos padrinos, ya sabes. Con el tiempo se hizo una asociación de vecinos de Ses Figueretes, desde allí, mi padre, Julio Iborra, los de Can Gall, los del bar Can Escandell y demás vecinos hicieron presión para que se hiciera una iglesia, que la que pusieron en el local donde ahora hay algo del Ayuntamiento.

— ¿A qué colegio iban los chicos de Ses Figueretes?
— Yo hice un buen periplo. Empecé en Sa Graduada, pero después, cuando construyeron Sa Bodega, me fui allí. Más adelante hicieron el colegio de Cas Serres y pasé allí hasta que me fui a F.P. para hacer mecánica.

— ¿Es usted mecánico?
— No. Lo fui, eso sí. He sido mecánico de coches y de náutica antes de hacerme distribuidor de productos congelados. Pero ahora me dedico a ‘mis labores’. Me he jubilado y, como mucho, le echo una mano a mi mujer, Nieves, en su tienda, Congelats Can Paya, donde hace los famosos flanes ‘ses pageses’ entre otros productos ibicencos. Nieves es de Can Reial, de Santa Gertrudis, con quien tenemos dos hijos, Esther, que tiene 21 años y está estudiando fuera, y Joan, que tiene 11.

— ¿Por qué eligió estudiar mecánica?
— Porque, desde pequeño, fui muy aficionado a las motos. Nos gustaban mucho a mi hermano y a mí y siempre estábamos arreglando Mobilettes y cosas así. Eso me llevó al motocross, era la época dorada del motocross en Ibiza, cuando se hacían competiciones nacionales en Cap Martinet. Tendría unos 15 años cuando cogíamos la Montesa Capra 125cc (luego tuve la 250cc), sin permiso ni nada, y nos íbamos a Cap Martinet por caminos para que no nos pillaran. ¡Yo siempre he sido de Montesa!

— ¿Sigue siendo de Montesa?, ¿todavía la conserva?
— ¡No!. Si tuviera moto no habría entrevista (ríe). Me gusta demasiado hacerlas gruñir (ríe), así que, cuando me saqué el carnet de coche, dejé las motos, con las que había participado en alguna competición, para empezar a hacer carreras de coches. Mi primera carrera en Sa Cala, si no me equivoco, fue la cuarta que se celebró. Hace ya años. Desde entonces corrí muchas y, como decía Soriano: «Lo mejor de subir Sa Cala es bajarla» (ríe). Mi primer coche fue un Seat 124, pero he corrido con varios. En Mallorca corrí varias veces con el R5 Copa Turbo que le compré a Adana. Una vez se me estropeó el motor y tuve que llegar a meta con la puerta abierta porque se me llenó el coche de humo, también he tenido algún accidente, claro, como en la Pujada a Lluc Major. Desde hace un tiempo me he enganchado más al 4x4, ¡el mes que viene me voy a Marruecos!. Formamos un club, ‘Yebissa 4x4’ con el que organizamos distintos tríales 4x4.