Santi López en el Parque de la Paz durante uno de sus paseos diarios. | Toni Planells

Santi López (Alfarràs, Lleida,1955) perdió más de dos décadas de su vida tras sufrir un infarto tras el que pasó una larga temporada en coma. Pese a haberlo superado hace años, las secuelas de ese ataque al corazón le arrebataron momentos importantes de su vida que no puede mantener en su memoria.

—¿Dónde nació usted?
—Nací en Alfarràs, que está en Lleida. Yo era el segundo de cuatro hermanos. Sin embargo mi madre, Cristina, murió cuando yo era muy pequeño, ni siquiera llegué a conocerla, y cuando vinimos a Ibiza mi padre, Santiago, se casó con una ibicenca, Juanita ‘Mas’, que tenía otros dos hijos. También era viuda, su marido murió en un accidente de moto. Así que se podría decir que fuimos seis hermanos.

—¿Por qué vino su padre a Ibiza?
—Para trabajar. Según tengo entendido, vino para hacer el túnel que hay en Los Molinos. Aunque su oficio siempre fue de mecánico. Trabajó como mecánico de barcos en el Club Náutico o de coches en la SEAT, por ejemplo.

—¿Tenía una buena relación con su padre?
—Así es. Teníamos una relación extraordinaria. Tal vez demasiado buena, lo digo porque ahora es cuando más le extraño. Él tenía un llaüt y siempre me llevaba con él a pescar los raons. A veces venía un hermano, a veces venía otro, pero siempre me llevaba a mí.

—¿Dónde vivían?
—En Ses Protegides. Iba al colegio justo al lado, a Sa Graduada, con profesores como Don Vicent, por ejemplo. Fui al colegio hasta los 14 años. Entonces empecé a trabajar en los almacenes Patricio, que era una tienda que vendía de todo, también el butano. Más adelante empecé a trabajar con Piset. Allí me dedicaba a hacer copias y a empezar a hacer prácticas como delineante, a la vez que iba a Artes y Oficios para aprender el oficio.

—¿Trabajó mucho tiempo con Piset como delineante?
—Hasta que tuve que ir a hacer la mili, que me tocó en Castellón. Tras la mili me fui a Cáceres con una novia que me saqué entonces, Esther. Allí estuve una temporada en la que me dediqué a trabajar en el campo, recogiendo aceitunas y demás en sus tierras. Al dejarlo con Esther me marché a Bilbao. Allí estuve trabajando para una empresa que se dedicaba al montaje de naves de panel. Supongo que mis conocimientos como delineante me sirvieron para desarrollar ese trabajo con el que estuve viajando por toda España. En esa época conocí a María, que es de Madrid y con quien me acabé casando al volver a Ibiza. Aquí tuvimos a nuestros dos hijos, Laura y Santi, que tiene a mi nieto Noah.

—¿A qué se dedicó al volver a Ibiza?
—Al venir a Ibiza, a principios de los 80, trabajé como encargado de obra. Sin embargo no te podría contar mucho más.

—¿Por qué razón no me puede contar mucho más?
—Porque no lo recuerdo. Me dio un infarto hará unos 22 años. Me quedé en coma y durante más de 20 años no me enteré de nada. Ahora, desde hace cinco o seis años es cuando empiezo a recuperar la memoria y a enterarme un poco más de las cosas.

—¿Cómo fue recuperar la conciencia después de tanto tiempo?
—La verdad es que un poco jodido. Todo malo: lo peor de todo es que mi padre murió mientras yo no me enteraba (la emoción le obliga a hacer una pausa) y, para cuando me recuperé, mis hijos habían crecido ya mucho. Sin embargo trato de llevarlo lo mejor posible. Quien me explica todo lo que sucedió mientras tanto es mi mujer.

—¿A qué se dedica a día de hoy?
—A estar tranquilo. Levantarme por la mañana, caminar, pararme en el Parque de la Paz a saludar y charlar un rato con Bartolo o con quien me encuentre y poca cosa más. También a seguir mucho al Barça, del que soy muy aficionado.