Manuel Guasch frente al local en el que nació en Vara de Rey. | Toni Planells

Manuel Guasch (Vara de Rey,1957) ha vivido su vida embarcado en veleros a la vez que gestionaba la tienda de ropa masculina que fundó su padre hace más de medio siglo.

—¿Dónde nació usted?
—Nací en la tienda de Vara de Rey de mi padre, Domingo de Ca na Morena. Al parecer, resulta que había un brote de tétanos en la clínica de Villangómez y éste le dijo a mi madre, Pepita de Can Vinyes, que era más seguro que me tuviera en la trastienda. Y así fue, montaron una mesa y allí me tuvo (ríe).

—Sus padres, ¿eran comerciantes?
—Sí, mi abuela, Rita ‘Tona’ (que murió a los 104 años) ya tenía una tienda de ultramarinos en el Carrer de Sa Creu. Mi abuelo, Toni, era marino y estuvo embarcado por todo el mundo. Tenía un diario al que le faltaba un día del año, y es que ese año había dado la vuelta al mundo al revés (ríe). Al volver se hizo salinero. Cuando se casaron mis padres, en vez de irse de luna de miel, montaron una tienda de ropa masculina, Can Domingo. Allí se tricotaban jerséis, bufandas de punto… Allí es donde nacimos mi hermana Pepita y yo.

—¿Creció en Vara de Rey?
—Desde bien pequeño me entretenía recorriendo los locales de la calle de atrás de la tienda. Allí estaba la Cruz Roja, Cana Antoñita… y donde no me daban un caramelo me daban una ‘clotellada’ (ríe). También me pasaba a menudo por Can Alfredo. Allí el cocinero, ‘Cucons’, tenía una gran cámara de frío y un día me encerró dentro. Me fui llorando a casa pero otro día lo ví que estaba entrando en la nevera y me fui corriendo para pegarle una patada a la puerta, encerrarle a él y salir corriendo (ríe). Tengo un recuerdo de cuando estaban reformando el cine Serra y escuché el estruendo de cuando se les derrumbó el techo. Cuando salí a la ventana solo podía ver polvo. En realidad se podría decir que me crié entre el Carrer de Sa Creu y Sa Capalleta, donde vivía mi tía María (que murió con 103 años). Crecí allí haciendo cabañas, metiéndome en las cuevas, en los huecos de los algarrobos, nadando en ‘Es salt de s’ase’, donde aprendí a nadar. Siempre he sido un enamorado del mar en general, me gusta nadar, bucear a pulmón o con botellas, la pesca submarina y, sobre todo, todo lo que flota. Con nueve años me inicié en el mundo de las regatas. Justo pillé la época en la que llegaron los optimist al Club Náutico y tuve la buena fortuna de llegar a conseguir el subcampeonato de Baleares en 1969. A partir de allí mi vida ha transcurrido entre regatas y camisas (ríe).

—¿Dónde fue al colegio?
—Como la mayoría de mi generación en Vila, fui con Joan d’es Sereno antes de ir al instituto y, después, hacer la mili. A los 14 años ya estaba trabajando en la tienda y para poder seguir trabajando me hice voluntario para hacer la mili en Infantería y, tras la instrucción en Palma (donde cogí cuatro kilos), pude volver destinado en víveres solo por la mañana. De esta manera pude seguir trabajando en la tienda y continuar con las regatas.

—¿Siguió tricotando en su tienda?
—No. En mi época ya se vendía ropa confeccionada. La única máquina que nos quedamos fue la de arreglar pantalones. Una que hacía los cantos de las telas y después compré otra para hacer puntada invisible y, más adelante, compramos otra para los vaqueros. En cinco minutos te podía arreglar unos pantalones en la trastienda. No cobraba ni un duro por eso, pero durante esos cinco minutos que esperaba el cliente siempre veía una camisa o un jersey que le gustaba. En esa época la tienda era muy popular, venía gente de toda Ibiza. En Sant Bartomeu venía todo Sant Antoni, en Sant Joan todo Sant Joan… hubo un momento en el que el edificio de la Mutual, donde estaba la tienda, ‘se partió por la mitad’ y tuvimos que llevar la tienda a la avenida España e invertir en ladrillo para reformar el edificio

—¿Hasta cuándo estuvo en la tienda?
—Hasta hace 13 años, que decidí cambiar de oficio. Mis aspiraciones siempre estuvieron más ligadas a la náutica y tenía muchos y muy buenos contactos, además, ya hacía trabajos en ese sentido que estaban muy bien pagados, todo hay que decirlo. Así que en 2010 decidí dejar la tienda y dedicarme a la náutica y me ha ido bien. Hace seis o siete años mi hijo, que es patrón, me propuso trabajar conmigo y yo le dije que sí, pero con una condición: que el jefe fuera él, así yo podría dormir y él no (ríe). De esta manera montamos Guasch Mar.

—Me habla de su hijo, ¿tiene más familia?
—¡Claro! Me casé con Nieves en el 82 y en el 84 tuvimos a Carlos, que tiene a nuestra nieta Agnés. Después, en el 88 nació Manuel que tiene a Marc.

—¿Sigue navegando?
—Sí claro. En mi vida he navegado siempre, muchas veces con grandes marinos, he hecho regatas de todo tipo, he enseñado a mucha gente y he aprendido de mucha gente. En mi vida de navegante, cuanto más he aprendido, más me he dado cuenta de lo poco que sé.

—¿Nunca se planteó hacerse navegante profesional?
—Si no estuviera en Ibiza me hubiera hecho profesional. Cuando yo estaba haciendo la mili en Palma mis rivales en las regatas estaban navegando con el Rey. Pero yo estoy en Ibiza, es lo que elegí. Tuve la suerte de que mis padres hicieron un gran esfuerzo para comprarme un barco en su momento, igual que lo tuve que hacer yo más adelante. Siempre empujando y trabajando duro para poder permitírmelo. Es lo que me gusta. Supongo que me viene de genética. Mi padre fue de los primeros del Club Náutico que navegaban con la flotilla de ‘snipes’ que había entonces junto a Toni d’es Coc, el ‘jai’ Murenu o Paco March.

—¿Qué momento vive la cantera de la vela en Ibiza?
—No muy bueno. No se puede navegar con la cantidad de barcos que hay en verano, ni hablar de entrenar a los chavales con los optimist. Para que veas: mi último barco, el Aivis, lo vendí hace seis años. Se me hacía imposible navegar con tantos barcos y no navego para pasar miedo. El 50% de los que navegan no son gente de la mar. Hay mucha ignorancia y mala educación en el mar, no conocen ni la cortesía. Antes, cuando veías a alguien parado te acercabas a preguntar. Hoy cuando se te acercan es para hacerlo a toda leche. Sin hablar de cosas que pasan en la costa, como el caso de Porroig. Yo mismo he visto a ese pirata amenazando a un barco de unos ibicencos. Sin hablar de lo que está pasando en Sa Torreta… El tema del mar en Ibiza me tiene muy decepcionado.