‘Brandock’ en Vara de Rey tras su charla con Periódico de Ibiza y Formentera. | Toni Planells

'Brandock’ (Ciudad Real, 1992) ha sido un apasionado de la moda durante toda su vida. Una pasión que le ha llevado a emprender diferentes iniciativas relacionadas con el mundo del lujo y el diseño, como poner en marcha su propia marca de bolsos de alta costura.

—¿Dónde nació usted?
—Nací en Ciudad Real, soy hijo único de una familia de empresarios de éxito. Aunque apenas tengo recuerdos de mi infancia en Ciudad Real, ya que nos mudamos a Ibiza, donde veníamos cada verano, cuando yo solo tenía cinco años. Llevo en Ibiza toda mi vida, vamos.

—¿Estudió en Ibiza?
—No, hice mis estudios en un internado de Madrid, el Monfort, aunque los estudios no eran lo mío y no continué estudiando en la universidad. Prefería dedicarme a disfrutar (ríe). Lo que hice fue volver aquí con mi padre y, en Ibiza, estuve tocando la rama de la hostelería y la cocina durante unas cuatro temporadas de verano. Sin embargo, no llegué a desarrollar esa rama. Me gusta mucho, pero prefiero mantenerlo más como hobbie que como profesión. Es un gremio muy duro que me desespera bastante.

—¿A qué se dedicó entonces?
—Toqué más temas de relaciones públicas relacionados con el lujo. He estado en lugares como el Lío, Ocean Drive o El Aiyoun durante unos seis años. De esta manera pude vivir el mundo de la noche de una manera bastante intensa. La Ibiza nocturna es una fantasía, pero es un mundo que es de mentira. Trabajando en la noche te das cuenta de que nada es real. Cuando sales todo es maravilloso pero realmente no es la realidad. La noche ibicenca está llena de postrero y lujo, llena de momentos que no dejan de ser superficiales. Es como en las redes sociales, una especie de competición para ver quién va mejor vestido, quién lleva las mejores joyas y a quién le va mejor. Sin embargo, también es verdad que depende mucho del círculo en el que te muevas. Yo he tenido la suerte de conocer a gente fantástica, políticos, empresarios, o árabes, generalmente de Dubai, con la que he entablado muy buena amistad, he aprendido mucho y que me ha aportado mucho en mi vida. Con ellos aprendí que, para tener éxito en tu negocio, te tienes que convertir en una especie de esclavo de tu trabajo.

—¿Qué hizo al abandonar el mundo de la noche de manera profesional?
—Emprendí un negocio de alta costura. Una marca de bolsos de lujo que lleva el nombre por el que me conoce todo el mundo: Brandock. Trabajaba con un taller artesano que produce para grandes marcas como Loewe o Carolina Herrera. Los materiales que usaba eran de primera calidad: pieles exóticas de cocodrilo o serpiente. Eso sí, siempre con certificado Fitex para garantizar que no hay maltrato animal. Es cierto que hay alternativas a la piel, eso que llaman ‘cuero vegano’, lo que pasa es que no deja de ser plástico, que al final acaba agrediendo el Medio Ambiente y no es de la calidad necesaria. Ahora me dedico más a temas relacionados con el arte y el coleccionismo de alta costura, piezas Sevrés o antigüedades.

—Ibiza se ha convertido en una de las capitales mundiales del lujo, ¿cuál es su opinión al respecto?
—La verdad es que Ibiza ha cambiado mucho en los últimos años. Ha cambiado su esencia. Tanto que me estoy planteando cambiar e irme a Dubai en un futuro. Yo reconozco que siempre he disfrutado de toda una serie de facilidades y privilegios gracias a que mi padre es un gran empresario. Sin embargo, es cierto que la situación en Ibiza se ha complicado mucho para la clase obrera, que es el pilar básico de la sociedad. Es necesario que se suban los salarios, es muy triste que la gente no pueda ni pagarse una habitación. Sin la clase obrera no puede haber lujo. En Ibiza no hay buen servicio, nos salvamos gracias a la belleza de los paisajes que suplen estas carencias a nivel turístico. En el tema sanitario o de seguridad, también es un desastre. A mí mismo me robaron con violencia un Hublot de brillantes en Botafoch. No se puede permitir que venga gente de fuera a delinquir de esta manera sin que los deporten para proteger a la ciudadanía. Estas cosas no pasan en lugares como Dubai.

—En Dubai te cortarían la mano. Además, allí no podría vivir de la libertad que disfruta aquí.
—Eso de cortar la mano es demasiado drástico, es cierto, pero se lo piensan dos veces antes de hacer estas cosas. Allí tienen otra cultura y otras leyes que hay que aceptar. Tampoco es necesario exteriorizar todos los tipos de libertades, hay gente de todas las orientaciones en todos los lugares y hay que adaptarse al lugar en el que se vive. Hay que reconocer que allí tienen iniciativas de las que podríamos tomar nota en Ibiza. Como la de aumentar la superficie de la isla construyendo nuevas islas. Eso sí, sin atentar contra la posidonia y preservando el Medio Ambiente. Debe haber zonas en las que se pueda hacer. El daño y la contaminación que producen los cruceros que vienen no puede ser peor.