Las asociaciones ecologistas de la isla organizaron diversas actividades destinadas a despertar la conciencia. Foto: GERMÁN G. LAMA.

El Día de la Tierra se redujo, en horas y espacio, a la jornada de Vara de Rey. Desde las diez de la mañana de ayer a la madrugada, agrupaciones ecologistas, visitantes concienciados y curiosos, disfrutaron de los actos organizados por Amics de la Terra para recordarnos a todos la necesidad de cuidar el planeta. De ahí que el significado reivindicativo de estas horas se prolongue en tiempo y espacio más allá de las unidades de medición tradicionales.

Un conjunto que englobaba política, música y arte que había nacido sin un lema concreto y que estuvo presidido por el anuncio del PP de no construir el Golf de Cala d'Hort. Tal y como señala Hazel Morgan, presidenta de la asociación promotora, «esperemos que vaya en serio. En definitiva se trata de hacer caso a los ciudadanos y a una petición que estaba muy consensuada».

Numerosas actividades congregaron a varios movimientos verdes locales que convirtieron el paseo de la capital ibicenca en un pequeño rastrillo de la naturaleza con un mensaje de concienciación que se adivinaba en cada objeto, pancarta o gesto.

Al mediodía se congregaron las ideas de todas las plataformas en una lectura de manifiestos en la que intervino Amics de la Terra. Grup d' Estudis de sa Naturalesa (GEN), las tres plataformas contra los tendidos aéreos de alta tensión de Morna, Sant Joan y «Misa», la Coordinadora contra de la Ampliación del Puerto de Eivissa e Ibiza Ecologic fueron los otros protagonistas con nombre propio de la velada.

Intercalados entre alimentos sin aditivos y elementos con funcionamiento a cargo de energías limpias, se encontraban las acuarelas de Teresa, bolsas de tela confeccionadas por Margot Klingenburg, piedras pintadas al estilo Ariane Brejnik, cerámica trabajada según Gery Clark (artista que donó parte de la recaudación a Kosovo) o maderas decoradas por Filo y Carla. Las mesas de producción biológica corrieron a cargo del mercado de Can Sort, Can Martí y Comercio Justo, quienes propusieron mermeladas, panes, chocolates o café, compuestos de ingredientes tan insólitos como solidaridad y conciencia.