CONCHA ALCANTARA La función de un centro de día no es sólo la de cuidar, sino que se realiza un trabajo terapéutico. Un hecho tan insignificante como que aprendan a desayunar Dani, Bartolo y Juan Luis, los tres chicos con discapacidades profundas que se atienden en el centro de día de Cas Serres, es un éxito. Esta es una de las tareas que realiza el personal desde que se empezó a recibir a disminuidos profundos en abril. Inicialmente previsto sólo para discapacidades graves, se ha tenido que «reconvertir» el servicio ante un mayor número de demandas de afectados por deficiencias más profundas.

La responsable del servicio de atención de disminuidos psíquicos del Patronato de Salud Mental, Mercedes Prats, explicó que las familias que solicitaron la residencia cambiaron la demanda de internamiento en el momento en el que se iniciaron los trámites: «La petición de residencia es para un futuro y prefieren traer a sus hijos en el centro de día».

Prats señaló que este cambio de actitud por parte de los progenitores se atribuye a varios factores. Además del difícil paso que supone la separación de sus hijos se une experiencias de residencia en Palma «por la distancia» que supone con Eivissa y mantenerse alejado de ellos . De este modo se ha optado porque los afectados comiencen unas horas en el centro, como ocurre ahora, «poco a poco y en la medida en que se confíe en el servicio se solicitará la residencia». Hoy por hoy, no hay demandas de residencia a corto plazo pero sí lista de espera para el único centro de día existente en Eivissa con estas características.