La prensa del corazón se ha hecho eco de la noticia.

El matrimonio de Fabrizzio de Vilallonga y Lucía Montojo y Gómez Pablos pende de un hilo. Dos meses después de su peculiar boda hippie en Eivissa, a la que tanto Fabrizzio como muchos de los invitados acudieron luciendo vistosos pareos y que también se caracterizó por la ausencia de la madre del novio, Syliane Stella, la prensa ya se ha hecho eco de las desavenencias surgidas entre la joven pareja. El anuncio de separación publicado ayer por la revista «Sorpresa» puede ser el preludio de la ruptura definitiva si el matrimonio no supera la convivencia bajo el mismo techo tras un mes de separación que ambas partes han procurado mantener en silencio.

Ultima Hora localizó ayer en Madrid a Fabrizzio, primero, y, minutos después, a Lucía para conocer sus impresiones a raíz de la noticia divulgada por la citada revista, que reproducía también una secuencia compuesta por cuatro fotografías captadas el pasado verano en Eivissa en la que se podía ver a la pareja discutiendo acaloradamente en un aparcamiento. «¿Que nos hemos separado? Pues es la primera noticia que tengo», comentó el hijo adoptivo del famoso escritor José Luis de Vilallonga. «Precisamente estoy ultimando los preparativos para irnos a vivir juntos dentro de pocos días. Nos está quedando un piso precioso y ambos estamos muy ilusionados, por lo que no sé de dónde sale ese rumor, falso, por supuesto», agregó Fabrizzio.

La sorpresa saltó minutos después, cuando al otro lado de la línea telefónica Lucía Montojo declaró que la convivencia con su marido comenzó a ser tormentosa desde la misma noche de bodas. «Fabrizzio dio un giro radical de la noche a la mañana. Desde que nos casamos dejó de ser el hombre tierno y adorable que había conocido en los dos años anteriores a nuestra boda. De la ternura ha pasado a la dureza y la crueldad. No entiendo qué forzó esa situación, pero la convivencia se hizo insoportable desde el primer momento. Ha sido un golpe muy duro», comentó la joven, de 24 años. Lucía aseguró que piensa dar una nueva oportunidad, «la definitiva», a su marido, «porque yo aún le quiero, pero tampoco estoy dispuesta a seguir como ahora». En este sentido, confirmó que están «montando un piso» para reanudar la relación conyugal «tras un mes en el que cada uno ha vivido por su lado. Después de la boda, pasamos algún tiempo juntos en casa de mi abuela, en Eivissa, pero no pude aguantar más. Fabrizzio es una persona muy inestable, pero tengo fe en que todo esto se solucione pronto y podamos disfrutar juntos del nuevo hogar».