Ninguno de ellos sueña con exponer en ninguna gran galería del mundo. Su afición al arte consiste simplemente en eso, en un hobby al que ahora que tienen tiempo, les gusta dedicar las horas y del que sólo esperan que les guste al resto. La Federación Pitiusa de Asociaciones de Mayores les ha brindado la oportunidad, en su noveno aniversario, de realizar una muestra conjunta, abierta a cualquiera de sus miembros, en la antigua Escola d'Arts i Oficis. Y ellos han querido utilizar este recinto y oportunidad para mostrar algunos de sus trabajos favoritos.

José López Rodríguez es un hombre polifacético. Actualmente compagina su faceta de colaborador periodístico y escritor ocasional con la de pintor, escultor, maquetista y tallador, e incluso tiene algunos ratos libres para dedicarlos a los alumnos de sexto de la escuela de Santa Eulària. Su casa es, según propia confesión, «un auténtico museo», en el que hay auténticas piezas de coleccionista. Una de sus grandes pasiones es la navegación: «Yo, nací en el Mediterráneo», justifica, por lo que no es extraño saber que sus réplicas, copiadas casi al milímetro y en todos sus detalles del «Juan Sebastián el Cano» o el «Blenousse», son algunas de sus favoritas. Barcos emblemáticos por sus diseños y estructuras que el ha calcado al milímetro a partir de fotografías y revistas, sin escatimar en horas ni materiales de primera. Desde teca barnizada a 158 púas, el resultado del conjunto son obras que llegan a valorarse en unas 35.000 pesetas. No obstante, la niña de sus ojos es, en estos momentos, una noria tradicional, confeccionada en madera y piedra con motor en la que ha empleado varios días. Centros de flores, cuadros tridimensionales o sombreros son las formas que Magdalena Torres, Petit, ha querido dar a medias de seda, pastas o hilo. De todos los objetos, destaca una pareja de muñecos payeses, elaborados manualmente. Cajas lacradas, bordados y cojines completan una mesa a la que le siguen las figuras de Juan Juan.