ÓSCAR DELGADO Tablillas, plástico de colorines y cinta aislante. Con estos tres materiales cerca de 200 personas participaron ayer por la mañana en el festival de cometas organizado por el Ayuntamiento de Sant Antoni y el colegio Guillem Montgrí, acto que sirvió para cerrar las fiestas de la localidad. El viento permitió a los amantes de este arte hacer volar sus creaciones. Aunque no todos los participantes lograron conseguir este objetivo. Los que sí lo hicieron recibieron un obsequio especial a modo de recuerdo. Se trataba de una camiseta diseñada por el pintor Lis Leanaers que incluía una mano y el cielo. Su significado residía en la intención de impregnar de humanidad el acto de hacer volar una cometa, la cual depende de la mano humana para poder adquirir sentido.

El primer domingo del mes de febrero se ha convertido desde 1991 en una cita obligada con las cometas en Sant Antoni. En la explanada ubicada en el lugar donde mucha gente ha visto las puestas de sol el tiempo acompañó a los interesados en participar en esta propuesta. El requisito: comprobar quién era capaz de fabricarse su propia cometa y que ésta volara. El cielo comenzó a llenarse de estos utensilios desde las once de la mañana. Los jueces comprobaban a la vez si realmente cumplían con la misión para la que habían sido construidos: volar.

La edad no se convirtió en un obstáculo. Daba igual que fueran niños o adultos, todos se implicaron con la causa. Los asistentes fabricaron un objeto artesanal con la ilusión de hacerlo volar. Algunas cometas se desarmaron a las primeras de cambio, otras aguantaron correctamente las embestidas del viento. Con todo, las fiestas de Sant Antoni de Portmany 2001 volaron ayer como las cometas.