Zohra y Abdellah, una pareja magrebí, prepararon ayer un cous-cous para los inmigrantes encerrados en la iglesia de Santa Cruz. Colombianos, ecuatorianos, rumanos y magrebíes compartieron no sólo el deseo de conseguir una regularización de su situación en la isla sino un plato «delicioso», coincidieron, preparado con cinco kilos se sémola de trigo, agua, cebolla endulzada con pasas y canela, garbanzos y pollo guisado.

Juan Riera y el diácono no dudaron ni un instante en compartir mesa y vajilla de plástico en esta curiosa comida dominical. Poco antes, las familias de los ocho niños que hicieron la Primera Comunión ayer compartían también los bancos de la iglesia con los encerrados sin problemas. «¿Que cómo se han compatibilizado los siete oficios y las comuniones con el encierro? Pues muy bien, ha sido muy entretenido ver a tanta gente durante la mañana», señalaba uno de los inmigrantes movilizados.

Sin embargo, «no hay que buscar anécdotas a esta historia», señalaba Carmen Duarte, responsable de CITE-CC OO y portavoz del colectivo. «Esto es muy serio», matizó añadiendo que «quieren seguir de manera indefinida aunque sea duro». Tras pasar la tercera noche, en principio última, en la iglesia hoy darán a conocer el veredicto: abandonar o seguir hasta el final. En este caso necesitarán refuerzos. Una plataforma a la que se unan instituciones, partidos políticos y ONG. Hasta ahora han recibido su apoyo pero necesitan instrumentalizarlo para que la movilización tenga fuerza. CITE-CC OO apoyará la decisión de los encerrados, «sea cual sea», señaló Carmen Duarte.