Todos los días durante el verano, partir de las 11:00 horas, los jóvenes socorristas de la Cruz Roja toman sus puestos en la playa, preparados para otro día de acción en las costas de Eivissa y Formentera. Cada jornada trae una nueva aventura para estos chicos que están dispuestos a hacer de todo, incluso a jugarse la vida, para procurar que nuestras playas sean un lugar más seguro. Picaduras de medusa, cortes, insolaciones, colisiones de las motos acuáticas, quemaduras solares, paros cardíacos, entre muchas otras, son los típicos accidentes de la jornada.

«La mayoría de heridas que curamos normalmente en Platja d'en Bossa se deben a picaduras de medusas. Hoy por ejemplo, tenemos una plaga de medusas y hemos curado a más de 50 personas, todos con lo mismo. En nuestra torre de vigilancia está puesta la bandera roja, la cual significa que el baño está prohibido, pero como la gente no sabe lo que significa se baña igual. En este caso nosotros no podemos hacer nada para evitar que se bañen», asegura Martín Milner, que este verano se encuentra controlando una parte de Platja d'en Bossa.

En este lado de la costa, en la que se encuentra una de las playas más grandes de las Pitiüses, hay cuatro socorristas que controlan toda la zona desde dos torres de vigilancia. «Normalmente hay tres vigilantes en cada puesto, un patrón del barco o de la moto acuática y dos socorristas, de los cuales uno es titulado en la profesión», opina Pep Tur, coordinador de la Cruz Roja de mar durante varios años. A pesar de ser comparados a diario con los famosos 'Vigilantes de la playa' de la televisión, en Platja d'en Bossa aseguran que «ligamos poco, es decir, no más de lo normal». En cambio en la playa de ses Salines es otra historia. «En esta profesión hay muchas más oportunidades para ligar pero eso ya depende de cada persona», según comenta Javier Pavón, patrón del 'zodiac' de la Cruz Roja.

Además de salvar vidas en todos los idiomas - inglés, castellano, italiano, francés, entre otros- los vigilantes también ofrecen todo tipo de información a los turistas, desde las condiciones del mar hasta dónde pueden comprar un periódico. Estos jóvenes socorristas, de los cuales la gran mayoría son argentinos, no sólo son compañeros de trabajo sino que se han hecho grandes amigos. «Después del trabajo salimos a correr, vamos al gimnasio o vamos a nadar juntos, todos somos muy deportistas y aprovechamos el tiempo libre para hacer lo que mas nos gusta», añade Javier.