ÓSCAR DELGADO Las fiestas de Sant Agustí de Vedrà se detuvieron ayer por la tarde en las manifestaciones más populares y con más tradición. El Pou des Rafals recibió la visita de medio millar de personas, que convirtieron el lugar en un punto de encuentro festivo con sus raíces.

Tir amb bassetja, exhibición de batre amb doble perxa, ballades, cançó glosada, xeremies, acudits y jocs pagesos. Estos fueron los ingredientes con los que la gente de Sant Agustí pasó la tarde del domingo festivo. Todo ello aderezado con los típicos bunyols y la sangría popular.

La explanada se quedó pequeña para recibir los numerosos coches que acudieron a la llamada de la tradición. Dos policías locales se esforzaron en dirigir a los conductores hacia el lugar donde aparcar los vehículos. Allí los visitantes encontraron un entramado formado por tres elementos básicos: el descampado del tir amb bassetja, la barra donde la comisión de fiestas sirvió refrescos y productos gastronómicos a los asistentes, y una tarima de madera sobre la que se desarrollaron los números folklóricos.

Cuando los intermedios de las actuaciones concluían, la gente, casi de manera inconsciente, se dirigía frente al escenario para asistir a nuevos números. Unos, sentados en las sillas de la organización, otros, en sillas de camping trasladadas hasta el lugar desde sus hogares.